sábado, 5 de julio de 2008

(VI) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?




(VI) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?


Por Diego Leonardo González Rodriguez

Alberto Salcedo Ramos: (Lectura) Cuenta Juan José Hoyos, que en sus comienzos como cronista sufrió muchos desengaños por la falta de espacio para publicar sus historias, la realidad no era que escaseara el espacio sino que se lo negaban con el argumento de que al público le producían pereza las crónicas, el país estaba en crisis le decían, y por eso el mejor camino para acceder al lector era informar escuetamente sobre lo urgente, para sortear el escollo, Juan José apelo a dos cualidades de las que nunca se habla en las escuelas de periodismo: resistencia y malicia indígena; lo primero le sirvió para aguantar los desencantos sin pensar en retirarse y si contemplar la opción de arrojarse por la ventana y lo segundo para descubrir la única luz posible en medio de aquella oscuridad, Había ¡eureka! Una manera de publicar sus crónicas cada semana, el truco consistía en mandarlos a la redacción el jueves por la tarde que era cuando los editores salían del periódico hacia el club a jugar golf.

Conviene que muchos jóvenes que andan por ahí con ganas de publicar crónicas, vayan tomando nota de este inesperado requerimiento, para sobrevivir no basta con aguzar el ojo y cultivar la voz personal, hay que endurecer la piel, blindarse contra las inclemencias del entorno, alinearse sin titubeos en el bando de los testarudos, sin esa terquedad será imposible sobrevivir a la tiranía de ciertos medios que confunden lo urgente con lo importante y no por desorientación profesional, sino porque evidentemente están más interesados en las cuenta que en los cuentos y sin duda como bien lo observa el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, “Prefieren una forma telegráfica fácil de digerir, cuyos componentes básicos son los datos del sensacionalismo y el lenguaje universal de los números ” bajo esa formula añade Vásquez: “el suceso es “Asesinado acaudalado granjero y tres familiares” bajo la forma de Capote “A sangre fría”.

No es justo que tal y como advirtió Ryszard Kapuscinski, unos años antes de morir, los medios masivos subordinen la verdad a lo interesante o lo que se puede vender, tampoco es justo que un gran sector en el periodismo de nuestros países siga creyendo que sólo se consigan noticias de interés, poniendo una grabadora al frente de los funcionarios públicos que necesitan hacer sus anuncios o deshacer sus entuertos y tampoco es justo que mucha gente digna sólo aparezca en las paginas de la gran prensa cuando es víctima de una tragedia.

Bienvenido a la realidad amigo cronista y te vas a topar con ella tarde o temprano, como es posible que la situación persista durante el resto de tu vida, más te vale que no pierdas el tiempo quejándote, esperar pacientemente la llegada de tu jueves santo para publicar a hurtadillas esa crónica que te ha quitado el sueño, como hacia Juan José Hoyos a comienzos de los años ochenta, quizás te parezca una pequeñez, pero no estamos armando el decálogo del pequeño bribón sino advirtiendo que un buen punto de partida es la testarudez del cronista, su férreo compromiso individual.

Manuel Alcántara, el poeta andaluz decía “Lo curioso no es como se escriba la historia, sino como se borra” una función importante de la crónica es impedir justamente que la borren, o que pretendan escribirla siempre en pergaminos atildados, en los que no hay espacio ni para la derrota ni para el ridículo, lo que me gusta de está historia no es su naturaleza circense sino la promesa que me regala, la realidad está llena de sucesos que merecen ser contados y por tanto voy a pasarla bien mientras siga siendo cronista, el reto que tenemos no es inventar lo sorprendente sino descubrirlo.
Como cronista siento que mi nirvana no empieza donde hay una noticia sino donde ha visto una historia que me conmueve o me asombra, una historia que por ejemplo me permita narrar lo particular para interpretar lo universal, lo que me sirva para mostrar los conflictos del ser humano, sigo al pie de la letra un consejo de Hemingway, “Escribe sobre lo que conoces” eso quiere decir, sobre lo que me habita, sobre lo que me pertenece, aunque el tema en apariencia carezca de atractivo mediático, si creo en el lo asumo hasta las últimas consecuencias, siempre he creído como Flaubert, que Dios está en los detalles por eso siento que estoy frente a una historia cuando descubro un detalle revelador, sugerente , capaz de sintetizar de un sólo plumazo el universo que voy a contar.

(V) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?



(V)¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?

Por Diego Leonardo González Rodriguez

Martín Caparrós: Los cronistas de indias fueron los primeros que escribieron en castellano sobre esté continente, son los que fundaron las letras latinoamericanas y lo hicieron desde una postura muy curiosa.

Hay algo en esa actitud de los cronistas de indias que me sigue conmoviendo y es la idea de enfrentarse a un mundo bastísimo y absolutamente desconocido con las herramientas pobres que traían de su mundo original y que a primera vista en esté ya no les servían.

Hay inscripciones, por ejemplo sobre frutas que no tienen nada que ver, haciendo comparaciones desde lo que conocen, pero entonces cómo hace el escritor para contar algo si no es desde lo poco que sabe; creo que ese es el trabajo que realizamos todo el tiempo laboriosa y fracasadamente, todo el tiempo, contar la enormidad de lo que ignoramos desde lo muy poco que sabemos, en ese sentido seguimos siendo cronistas de indias, seguimos enfrentándonos a este mundo bastísimo de lo desconocido.

Las crónicas en general se escriben con la forma que hace más o menos cincuenta años quedo definida como “Nuevo periodismo” y que tuvo que ver con lo que dicen los manuales con un procedimiento que consistía en apropiarse de formas de relato de la ficción en general, ficciones consideradas menores de género como el policial, la novela social americana, para usar esas formas narrativas en el relato de la “No ficción” está es la operación que fundo el nuevo periodismo, pero en cuanto a lo básico de la forma era ese procedimiento ir a buscar en ciertas formas literarias los mecanismos para contar la no ficción.

Hace tiempo empecé a pensar o ha preguntarme por qué se había anquilosado ese procedimiento, porque del resultado de aquel procedimiento había surgido una especie de modelo cristalizado sobre el cual no volvíamos y si no valdría la pena dentro de la medida de nuestras posibilidades tratar de reutilizar el método, volver a salir a buscar dentro de la enorme panoplia de formas posibles que la literatura ofrece nuevas maneras de seguir contando la “no ficción”, retomando ya no el resultado del procedimiento, sino el procedimiento mismo.

NUEVOS CRONISTAS DE INDIAS



(IV) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?

Por Diego Leonardo González Rodriguez

Juan Villoro: La crónica tiene demasiados elementos para celebrar y al mismo tiempo es un territorio difícil para ejercer.

Un lema fundamental del cronista es tratar de encontrar la extrañeza de lo que da por sentado y ver aquello que consideraba cercano y de seguro está más cerca de lo que considera, el ensayista mexicano Alfonso Reyes, decía que “el ensayo es el centauro de la prosa” porque era un animal híbrido.

De alguna manera la crónica es el ornitorrinco de la prosa porque está hecho de muchos géneros distintos, es el género constituido de más influencias diversas y que deriva su eficacia de no ser ninguna de ellas, es decir no será un relato de ficción pero tiene un planteamiento, un nudo y un desenlace lo cual hace ver que esa realidad está completa.

No es una obra de teatro pero sigue una dramaturgia en los diálogos, no es un libro de memorias pero involucra la conciencia y muchas veces los recuerdos del cronista, no es un reportaje puro y duro pero tiene un compromiso con la verdad y con los hechos fácticos.

Estamos frente a un género heterogéneo muy difícil de practicar por su naturaleza popular suele estar inserta en periódicos, en muchos casos se ocupa de temas de la cotidianidad, la crónica rara vez se somete a estudios académicos sin embargo, si vemos los niveles de restricción y los obstáculos que debe sortear en ese aspecto, la crónica se parece en sus procedimientos a muchas vanguardias poéticas las cuales trataban de establecer un mundo de restricciones de obstáculos creativos para sortearlos; el soneto no es otra cosa que en ejemplo una cárcel para refrendar la libertada imaginativa en esas catorce rejas de versos, muchas veces con exigencia de rima.

El cronista tiene coacciones externas de espacio, hora de entrega, los hechos trascurridos de una manera y no de otra, tiene un contrato con la verdad o con lo que creemos que es la verdad, las cosas ocurren en el mundo de los hechos pero son vistas de distinta manera, lo que nos lleva al tema fascinante de la mirada de la crónica que es la mirada de quien la cuenta El testigo, no sólo el narrador como testigo de los hechos, sino aquellos que han sido testigos de cargo y son entrevistados por el narrador, hay una serie de filtraciones subjetivas que nos llevan a la verdad, en un sentido jurídico hay condiciones para establecer quien puede ser testigo de cargo en un tribunal, pero en un sentido moral o psicológico profundo no sabemos del todo quien es un testigo más valido, el propio cronista tiene una ideología, tiene prejuicios, tiene una condición económica o religiosa y ve la realidad de acuerdo con esto, lo mismo sucede con sus testigos.

Dialogar con esos puntos de vista, tratar de desentrañar la verdad a partir de las subjetividades es un problema irresoluble y al mismo tiempo fascinante porque no podemos tener una verdad objetiva, la crónica tiene sentido como aproximación necesaria y múltiple a la verdad, yo distingo la información en la narración en lo siguiente: la información es univoca es interpretada de una sola manera son hechos incontrovertibles, sin embargo muchos de esos hechos resultan inexplicables para nosotros; justo donde no hay respuesta el cronista debe planear un acercamiento.

La crónica conecta de manera privilegiada lo individual y lo colectivo, en ese sentido debería ser un género más socorrido por los periódicos-los medios escritos que justamente tratan que sus lectores se involucren de manera directa con los acontecimientos públicos.

¿Cómo hacer que una noticia nos toque? Llegando al destino individual de esa noticia, reconstruyéndolo, permitiendo que nosotros nos pongamos en ese sitio, es el papel central de la crónica, la crónica individualiza lo colectivo y nos traslada al escenario puntual como si ocurriera ante nosotros a diferencia de la noticia que es el relato de lo que ya ocurrió y que muchas veces se resumen en su encabezado en el famoso ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? Y ¿Por qué? El lead por donde empieza la noticia, muchas veces el cronista debe escribir para recrear lo real en toda su intensidad como si el ignorara el desenlace y nos lleva sorpresa tras sorpresa a desentrañar lo que leemos.

Ese medio tan eficaz no tiene mucho espacio, requiere de extensión es vencido continuamente por los espacios electrónicos como Internet y los servicios de información en línea que requieren un reducido espacio llevándonos a una situación paradójica y es que la mayoría de editores y jefes de redacción odian la crónica, es la zona del periodismo que menos les interesa porque se debe invertir más en ella, se debe esperar, es además un lugar de veleidades en donde se utiliza más metáforas, frases largas, todas estas circunstancias hacen que el cronista sea una figura incomoda y si embargo ocurre cuando se les pregunta los editores sobre la crónica, responden: (tono sarcástico) Es magnifica, es fácil hacer un congreso de crónica, es fácil hacer un seminario de crónicas, es fácil hacer una antología de crónicas es muy difícil publicar una crónica.

Hay redes culturales que posibilitan el entendimiento y el conocimiento; la crónica pertenece de manera singular a estas redes de autoconocimiento, se puede ver incluso cuando los protagonistas del artículo sólo se entienden así mismos al leerla, al leerse en el texto entiende lo que ha hecho, con asombro se acoge a lo próximo, las cosas están más cerca de lo que aparentan, lo que lo rodea es el silencio de su esfera en ese silencio se fundamenta el trabajo del cronista.

¿Qué método de escribir utiliza?

J.V.: Soy un escritor disperso, hay cosas que escribo por que de eso vivo, vivo fundamentalmente de escribir artículos y de la literatura para niños, de hacer algunas crónicas de vez en cuando. Escribo de un género a otro.

Acabo de montar una obra de teatro, que es algo que nadie me pidió hacer, me embarque en ello por pasión y las ganas de querer hacerlo; a menudo trato de escribir siempre en las mañanas.

(III) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?


(III) NUEVOS CRONISTAS DE INDIAS: ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?



Por Diego Leonardo González Rodriguez


Julio Villanueva Chang: (abre relatando una carta recibida por el escritor Paul Auster, titulada “La Gallina”, su remitente era Linda Elegant)

“Una mañana temprano de domingo iba bajando por la calle Stanton cuando vi, a pocos metros delante de mí, una gallina. Yo caminaba más deprisa, así que pronto le di alcance. A la altura de la Avenida Dieciocho, estaba casi encima de ella. En la Dieciocho, la gallina giró en dirección sur. Al llegar a la cuarta casa se metió por el camino de entrada, subió los escalones del porche dando saltitos y picoteó con decisión sobre la puerta metálica. Momentos después, la puerta se abrió y la gallina entró”

Según la explicación de Paul Auster sobre la historia de La Gallina, puede ser un testimonio, un cuento incluso un cuentazo, una historia tiene futuro cuando hace que te preguntes qué va a suceder después (…) se necesita una explicación, se necesita ir de la literatura al periodismo y urgente se necesita un cronista para que explique esa historia.

Voy a exponer por medio de algunas anotaciones lo que significa ser cronista: La consigna de escribir una crónica es no traicionar la historia por la quincena. “Se llama acontecimiento a lo que no se comprende”, decía Michel de Certeau. ¿Pero que entendemos luego de leer un periódico? ¿Cómo se construye el olvido de un acontecimiento?

- Los secretos están sobrestimados. Todo-el-mundo-tiene-más-de-un-secreto. A la gente, en su condición ciudadana, le interesa un informe de corrupción. Pero a la gente, en su condición de aburrida, le gusta que le cuenten historias. Hay ciertas sociedades y épocas en que lo real es más aburrido que la ficción, y en donde escribir crónicas acaba siendo un asunto funerario. Pero en general es al revés: suceden en el mundo tantos hechos extraordinarios que es un desafío escribir una novela que renuncie a los acontecimientos de la realidad. Cada día buscamos esa abundancia de lo extraordinario por habernos aburrido de leer tan malas novelas (y de ver tan malas noticias). Cada día buscamos historias, pero en los hechos reales, a veces domésticos, y en la voz de la gente detrás de estos hechos: más que leer, la gente busca experiencias. Y la gente se cuenta historias para dar sentido a su experiencia. La vida, en el acto del recuerdo, no es más que eso: una colección de experiencias.

- El cronista no es un astronauta en la terrenal sala de redacción: es un ser común y corriente que escribe con más o menos arrogancia sobre gente común y corriente. No está buscando la historia secreta. Lo evidente suele ser invisible, y un cronista tiene el privilegio de contar no sólo lo que sucede, sino lo que parece que no sucede.

- Un cronista tiene siempre esa posibilidad: donde escucha una voz, evidencia un carácter; donde siente un olor, presenta un gusto; donde ve una cifra, expone un modo de pensar. Va de los detalles al conjunto. Es un recaudador de minúsculas singularidades. Lo que a un reportero notarial le parecería una banalidad, para un cronista podría ser una verdad mayor.

- Un cronista no tiene escapatoria del pasado: trabaja siempre con recuerdos. Son recuerdos ajenos, que pertenecen a la gente que le cuenta los hechos. Son recuerdos propios cuando tuvo la suerte de ser testigo y, además de lo que le contaron, reconstruye lo que vio.

- Un cronista tiene un pacto ético y tácito con el lector: le cuenta una historia sobre otros, y la construye desde un punto de vista en tercera persona, o, cuando es necesario y domina la técnica, desde un punto de vista múltiple, incluyendo en mayor o menor medida el suyo. Si el cronista se toma libertades, el lector espera que se lo adviertan.

- El desafió del cronista es desengañar. Más que un experimento de escritura, lo suyo es un experimento de inmersión y conocimiento de una cultura, y en consecuencia, una cita frecuente con la perplejidad y el escepticismo. No hay que confundir el rigor elástico de los cronistas con la fiscalía o el puritanismo, ni su seriedad con la solemnidad, ni su irreverencia con la subjetividad. Además del instinto narrativo y de su licencia de aguafiestas, un cronista puede tener tanto de antropólogo cultural como de un reportero con mentalidad histórica. Hay una pregunta que sólo se puede responder cada vez que se publica una nueva crónica: más que deslumbrar por el modo de contar una historia, ¿hasta dónde puede un cronista iluminar el mundo que retrata? “La luz pública lo oscurece todo”, recordaba Heidegger. En un epígrafe ficticio que Juan Bonilla publica en su primer libro de cuentos, dice que cada noche, después de contarles historias a sus nietas, Somerset Maugham iba hasta la puerta y las miraba una vez más, rendidas al sueño: “Sentía allí que un narrador, en el fondo, no es más que eso: el que apaga la luz” un cronista, por el contrario, es el que la enciende.

“Una de las cosas más difíciles es describir la calle donde uno vive” dijo Juan Villoro, eso me pasa a mí.

¿Qué significa ser cronista?

J.V.C.: Parte de un hecho muy sencillo, quise escribir historias porque me asombra que la gente ignore sobre algo que a mi me encantaría que todo el mundo sepa y por eso yo me he vuelto cronista, porque no quiero inventar nada, hay cosas tan extraordinarias que valen la pena contarlas tal y como están: verificarlas, ser riguroso, respetar a la gente, respetar el como se han dado los acontecimientos, por lo tanto yo no necesito escribir novelas ni cuentos para esto.

¿Cómo es su proceso creativo para escribir crónicas?

J.V.C.: Mi proceso creativo es absolutamente creativo, creo en la intuición, me gusta por ejemplo tener un titular que al margen de cuando escriba la historia lo cambie; me gusta ese titular como una especie de faro que ilumine y de vueltas, ilumine y oscurezca lo que yo quiero decir.

Teniendo el titular empiezo a escribir el primer párrafo el cual me debe sorprender y expresar las ideas, no sólo que me las cuente, el párrafo de la historia es la inconciencia del momento que sólo se va aclarando cuando se escribe, cuando se comienza a escribir se muestra lo que queremos decir, es todo lo que se ha reunido en el cerebro antes de elaborar el escrito; cuando se escribe es cuando realmente se comienza a pensar esa es la diferencia entre hacer radio, televisión y escribir porque cuando se escribe se tienen dos segundos más para pensar.

La crónica puede ser un género reflexivo además de narrativo por eso la crónica moderna debe explicar los fenómenos que suceden y no sólo ser una historia entretenida.

¿Criterio con qué se edita una crónica?

J.V.C.: Prefiero conversar la idea con el periodista antes de que vaya hacer reportería o se siente a escribirla, prefiero participar de la aventura, de conversar de la idea de darle forma y luego de cómo encontrar las fuentes, los personajes, los documentos; en cambio de recibir un texto ya hecho porque en ese caso no se de que se trata la historia.

(II) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?


(II) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?


Por Diego Leonardo González Rodriguez

¿Qué significa ser cronista?

Juan Pablo Meneses.: Ser cronista significa ver al mundo con otros ojos, dándole una mirada particular, observándolo con propiedad.

Cómo lo observan el resto de los cronistas, no lo puedo decir, por que en los demás hay de todo, hay sujetos que son escritores frustrados y son cronistas, hay periodistas a los que no les gusta hacer reportería, entonces se dedican a la crónica, hay personas que han visto en esto una manera de viajar y de pasarla bien, por lo cual no se juegan la vida.

¿Cómo estructura sus crónicas?

J.P.M.: La gracia de las estructuras es que no haya una formula; cada crónica cada historia me pide una determinada estructura, no repito formulas matemáticas.
Tengo un proceso que va cambiando todo el tiempo, tiene algunas delimitantes que si son clásicas; debe ser un texto entretenido y trasmitir lo que quiere decir, es lo principal.

¿Cuál es el futuro de la crónica?

J.P.M.: Veo mucha gente haciendo crónica, pero deseo que aumente el número de lectores, ya que creo que no los hay.

¿Cómo es la relación cronista editor?

J.P.M.: Un editor es un hombre que no tiene tiempo, no se le puede dar ningún problema y el cual esta ahí a pesar de nosotros, si puede ayudar en un momento dado pero en general hay que tratar de no darle problemas.

(I) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?






(I) ¿QUÉ SIGNIFICA SER CRONISTA HOY EN LATINOAMÉRICA?

Por Diego Leonardo González Rodriguez

El primero de mayo de 2008 día mundial del trabajo, se reunieron con motivo de la feria del libro a las 6:30 de la tarde en el auditorio José Asunción Silva de CORFERIAS; ocho de los mejores cronistas de América Latina entre los cuales se encontraban los maestros del género: Héctor Feliciano (Puerto Rico), Juan Villoro (México), Martín Caparrós (Argentina), Alberto Salcedo Ramos (Colombia), Juan Pablo Meneses (Chile), Julio Villanueva Chang (Perú), quienes con sus intervenciones punzantes e inteligentes aclararon: ¿Qué significa ser cronista hoy en América Latina?. “Ser un nuevo cronista de Indias”.

Héctor Feliciano: La crónica de hoy tiene sus orígenes en Argentina y en los Estados Unidos, su iniciador en argentina es Rodolfo Walsh, seguido por Tomas Eloy Martínez y apoyado por una generación más tarde que incluirá a Martín Caparrós, él logra llenar la ausencia de la crónica de viajes en español.

Me parece que hay pequeños elementos esenciales los cuales definen la crónica de hoy:

- El Tiempo define a la crónica ese tiempo se transformara en espacio.
- Debe haber una ambición y un objetivo amplio, exhaustivo o tácito.
- Siempre ha de hacerse investigación o reportería.
- Subjetividad explicita, llámesele punto de vista o testimonio.
- Debe tratar del mundo real o del mundo real de la mente.

En el caso de la crónica del descubrimiento se trataba del apantallamiento producido por el nuevo mundo en la mente de los conquistadores.

Juan Pablo Meneses: Somos cosmopolitas, solemos viajar más que cualquier otro de los escritores, esa es una característica importante.

Los cronistas latinoamericanos escribimos demasiado parecido, nuestras biografías son similares, hemos trabajado en las mismas revistas, la mayoría de nosotros hizo parte de una generación que se reía de la respuestas de las Miss universo como: “Que no haya pobres en el mundo”, entonces muchos de nosotros usamos esa lógica para elegir nuestros temas, los cuales terminan siendo “No pobres - No guerra”, con la sutileza que para manifestar que hay injusticia en el mundo vamos al barrio más pobre del planeta o para mostrar que hay dolor presenciamos en vivo una tortura.

Creo que en ese punto habría que mejorar: “se suele decir que parte importante del periodismo narrativo es dar con un buen personaje, que tenga gancho y con quien la gente se logre identificar, una historia mínima que sirva para mostrar mundos amplios y en muchos casos difíciles de abarcar”.

JON LEE ANDERSON


SE DEBE DE LUCHAR PARA NO CONVERTIRSE EN UN AMARGADO. JON LEE ANDERSON

Por Diego Leonardo González Rodriguez

¿Qué es ser cronista y cómo se estructura la crónica?

Jon Lee Anderson.: La crónica es tejer una historia que a base de la realidad, compuesta por muchos hilos conductores, diferentes personajes atraviesa el tiempo. Una buena crónica debe atravesar el tiempo, no es una entrevista que aparece sin una noción del tiempo como flotando en el espacio sin trasfondo, es más bien como una obra teatral o una película; tiene comienzo, desenlace y final y si se puede impartir el drama del correr del tiempo aunque sea de políticos, se puede hacer conviviendo con ellos, observando muchos detalles, tratando de pegar el ojo a lo que normalmente no se lee en el diario, sino peculiaridades, idiosincrasias de la gente, todo eso enriquece.

¿Qué es lo que le gusta a uno cuando mira telenovelas? ¿Cuándo lee un buen cuento? Eso es lo que ha de tener una buena crónica. Es lo mismo.

Yo la construyo a base de lo que llamo escenas o sea es un lenguaje más bien dramatúrgico, en el mejor de los casos se encuentra la manera de utilizar las mismas herramientas de la ficción, para construir el cuento sin caer en la ficción.

¿Cómo define al cronista?

J.L.A.: Un ejemplo anecdótico: ocurre algo “X” alguien como reportero dice: “Quiero una nota de quinientas palabras” sobre esto: al General lo desenmascararon porque era un corrupto, lavo dinero del narcotráfico. Pero en una crónica el periodista iría al juez, a la esposa del general, al General mismo y andaría con ellos, no solamente buscaría la entrevista, no, si la mujer iba a salir a la cárcel para visitar a su marido trataría de ir en el coche con ellos y estaría en una escena posible: Hablando con la mujer del militar bajo arresto y ella yendo a su primer encuentro con el hombre preso, mirando la misma sociedad a través de la vitrina del coche en movimiento, el pasar de la ciudad, ella hablando de como se siente, cómo lo manifiesta, ahí hay todo un dramatismo y el cronista esta impartiendo el drama de la historia, porque al final el drama de la historia de él y ella es un drama humano; es decir ya no es el General tal odiado, sino un individuo que cualquiera podría ser o tu podrías conocer, o a la mujer. Llegarías a comprenderlo no para buscar una justificación. Hay mil formas. El cronista tiene que intentar vivirlo.

¿Cuándo se edita un artículo no se pierde parte de la historia, parte de la memoria de un pueblo?

J.L.A.: Si el artículo es editado por manos ajenas y dejan parte en el suelo eso duele, uno tiene que empujar, no todos tenemos la misma suerte y a veces tenemos que atravesar un tiempo en nuestras carreras hasta que estamos con una voz que por estar en un buen medio es mas escuchada y leída que antes. Yo pase por una época en que me sentí muy frustrado, mis artículos no se publicaban, realidades muy sentidas por mi no vieron la luz del día y por muchos motivos, razones políticas que son las mas amargas, decisiones de editores con otra noción política quienes quieren obviar la realidad, reconstruirla y analizarla a su manera, eso es lo más frustrante; se debe de luchar para no convertirse en un amargado y buscar la forma para tener un portal propio.

¿Cuál es la falla que usted ve en el periodismo mundial en este momento?

J.L.A.: La tendencia al tabloidismo, al amarillismo, al morbo al querer saber intimidades, estamos llenos de cachivaches informativos que no se necesitan, eso es un planteamiento que más y más gente se está haciendo, así que eventualmente llegaremos a alguna revelación o un rechazo. Sino terminaremos como el circo romano.

EDUARDO ARIAS


SE REDACTA Y SE EDITA A LAS PATADAS. EDUARDO ARIAS


Por Diego Leonardo González Rodriguez


¿Qué es ser un cronista?

Eduardo Arias.: Muy buena pregunta. Es algo así como saber estar afuera y adentro al mismo tiempo. Saber observar, encontrar detalles mínimos que digan mucho, oler, saber leer entre líneas y, por supuesto, hacer muy buena reportería.

¿Cuál es el mayor problema para escribir en la Prensa actual?

E.A.: Encuentro varios: poco espacio disponible en los medios para este tipo de trabajos, ni hablar en radio y televisión, donde suele primar la noticia escueta. Por suerte revistas como Gatopardo y SoHo, y en cierta medida Número y El malpensante, han abierto nuevos espacios. Por el otro, la creencia de que la gente ya no quiere leer. El otro problema es que se escribe de cualquier manera. Como se trata de informar y de cerrar a tiempo y de tener la chiva, se redacta y se edita a las patadas. Estoy generalizando, obvio, pero es una tendencia que viene de tiempo atrás.

¿Cómo se distingue una buena historia de las demás?

E.A.: Eso se siente al leerla. No se me ocurre una receta, pero tiene que ver con la estructura misma del relato, que fluya, que el texto tenga fuerza, ritmo...

En su concepto ¿El periodismo narrativo es literatura de la realidad?

E.A.: A mí hace rato dejó de preocuparme demasiado esa necesidad de darle estatus literario al periodismo. Creo que son géneros diferentes que a veces se cruzan y se ayudan. La literatura le ofrece herramientas al cronista, al reportero que le pueden servir para enriquecer una historia, de la misma manera que las técnicas de investigación del periodismo pueden enriquecer un cuento o una novela. Yo pienso que un buen cronista debe ser aficionado a la literatura pero no pensar que su oficio es literatura. De hecho, el "afán literario" muchas veces mata historias buenas. Uno lee periodistas que cuando escriben información lo hacen de manera impecable y que cuando les dicen "crónica" caen en la trampa del rebusque. En vez de escribir: "antes del amanecer Ana le dio el desayuno a su hijo Jaime" escriben: "cuando aún no rayaba el alba Jaime ingirió el alimento que le suministró Ana". Cosas de ese estilo se leen a nombre de la literatura. O, peor aún, ejercicios de experimentación narrativa complicados, abstractos, confusos, que no tienen nada que ver con el periodismo ni con la literatura.

¿Cómo contribuye la crónica a la recuperación de la memoria histórica de Colombia?

E.A.: Es fundamental. Cuando las crónicas y los reportajes desaparecen de los medios, sólo quedan noticias escuetas con cifras y datos en frío que muy rápidamente se vuelven paisaje. La crónica le pone rostro, sentidos, sentimientos, fuerza a los hechos.

¿Podríamos afirmar qué no hay ni buenos ni malos temas sino buenos o malos cronistas?

E.A.: Totalmente cierto. Una de las peores perversidades que ha padecido el periodismo es separarlo en temas fuertes y temas light, cuando lo cierto es que se puede hacer (y de hecho se hace) periodismo light de temas fuertes (narcotráfico, política, economía) y periodismo de profundidad sobre temas light (tendencias, moda). De hecho, Tom Wolfe, considerado como uno de los mejores periodistas de todos los tiempos, ha escrito casi siempre sobre temas que se catalogan de light.

¿Con qué criterios se edita una crónica?

E.A.: No es fácil. Además de comprobar datos y detectar que no haya imprecisiones o contradicciones, tal vez el mayor aporte de un editor es que, al no estar involucrado en la escritura sino en la lectura, descubre repeticiones, frases que se pueden escribir más corto. Pienso que su labor debe ser de tutor. Obvio, existen editores que quieren reescribirlo todo, a mí me gusta como editor, en lo posible, tratar de mantener al máximo el texto del autor. Sugerirle, decirle que falta esto o aquello, pero tratar que quede su sello personal, y más si él firma la crónica.

¿Qué se debe hacer para que un cronista no se vuelva protagonista de lo que escribe?

E.A.: Que no escriba sobre sí mismo, hablar de su experiencia sólo cuando esta le aporta algo al relato. Me chocan esas crónicas en las que el reportero se roba el show (sobre todo en televisión).

¿Qué tipo de talentos se exigen en un cronista?

E.A.: Yo creo que contesté esa pregunta en la primera. Faltaría agregar amor por la escritura, por transmitir, por contar historias. Y un talento especial para encontrarlas. Muchas veces esos temas maravillosos andan por ahí escondidos, o el periodismo convencional de información y noticia pasa por encima de ellos. Ayuda mucho tener una formación estructurada que permita hacer asociaciones o comparaciones...

¿Hay temas universales? ¿Cuáles son?

E.A.: Creo que hay uno universal en el cine, la literatura y el periodismo que es el conflicto. Alrededor de un conflicto, sea el que sea, puede nacer una buena crónica. Otro tema universal es conmover. Encontrar una historia que conmueva y lograr transmitir esa sensación.

¿La literatura, es sólo ficción, o si existe la literatura periodística?

E.A.: En mi opinión, como contestaba en la pregunta cuatro, literatura y periodismo a veces se cruzan. Creo que eso que llaman periodismo literario, como por ejemplo “Elegidos para la gloria”, de Tom Wolfe, un gran reportaje en profundidad sobre los primeros años del proyecto espacial de Estados Unidos, es gran literatura basada 100 por 100 en hechos y nombres reales.

¿Cómo aprendió a estructurar sus crónicas?

E.A.: Creo que fue un proceso largo. Aprender a sintetizar, a tratar de escribir lo más corto y conciso posible, a encontrar imágenes que sean reveladoras, detalles mínimos que muestren mucho. Pero creo que me falta mucho por aprender. Es una frase de cajón, pero uno nunca termina de aprender.

MARYLUZ VALLEJO MEJÍA


LA MEDIANÍA GRIS QUE TIENEN LAS PAGINAS. MARYLUZ VALLEJO MEJÍA

Por Diego Leonardo González Rodriguez

¿Qué es ser cronista?

Maryluz Vallejo Mejía.: Es un escritor que tiene la capacidad de observar y de narrar lo que ve, desde su sentimiento con todos los sentidos, con el ánimo de comunicar.

Es diferente al escritor literario quien no tiene afán de llegarle a un público amplio, en cambio el cronista si quiere llegar al lector común, haciéndolo vivir esas emociones experimentadas por el frente a un hecho.

Un cronista es una persona muy sensible y muy deseosa de narrar lo que ve como testigo histórico, con el privilegio de tener un medio, incluso sin el medio encuentra la manera de sacar las historias a la luz.

¿Cómo contribuye la crónica al rescate de la memoria histórica del país?

M.V.M.: Es una herramienta esencial, un dispositivo de memoria dado que narra el acontecer, la crónica se ocupa del momento actual, o puede ser histórica: reconstruyendo un suceso el cual la historia oficial no documento con todas las versiones y narro de manera parcializada.

El cronista sí se asume como testigo excepcional, es un recuperador de memoria y contribuye a que no se imponga una historia oficial, una única versión, sino que con su voz recoge testimonios; hay muchas versiones de la historia.

En la medida que haya muchos cronistas tendremos diferentes puntos de vista y un acercamiento objetivo a lo realmente ocurrido; cuando la historia sólo es oficial, como en los regimenes totalitarios o en épocas de censura; por ejemplo en Colombia en la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla, era solo la versión que el gobierno quería contar, como la tragedia de Cali de 1956 o la matanza de la plaza de toros.

Reiteradas veces encontramos personas que no estudiaron periodismo escribiendo en la prensa o en revistas especializadas, relegando a profesionales de esta área ¿Qué responsabilidad tienen las facultades de comunicación social?

M.V.M.: La responsabilidad la tiene quien facilite los medios, ya que el investigador se hace responsable de la verdad, que la historia sea real. A buscar las fuentes pertinentes a los conocedores, a no dejarse manipular. El editor debe cotejar los textos y saber que la historia no ha sido ficcionada.

El periodista es responsable de deformar la historia. Cuando inventa personajes, añadiendo datos, haciendo que el artículo sea ficción y no de “literatura de no ficción”.

¿La tecnología puede ser un factor para que desaparezca la crónica?

M.V.M.: Puede ser un problema en la medida que no haya editores, ni intermediarios conocedores del lenguaje de la crónica, ya que este género no es cualquier cosa, la crónica no es un desahogo, no es un delirio poético, no es cualquier testimonio.

Internet se presta para que cualquier persona escriba crónicas pero ¿Quién verifica? Se va perdiendo la figura del editor.

¿El reportaje digital hará desaparecer a la crónica de los medios impresos?

M.V.M.: Ha habido un resurgimiento de la crónica, ahora se encuentra para ser leída en El malpensante, SoHo, Gatopardo, Número, quienes se dieron a la tarea de recuperar el género, de revivirlo y se dieron cuenta de que es muy vendible, una buena crónica tiene muchos lectores es pura literatura periodística.

¿Qué motivó en los años 60’ a que los periodistas se dedicaran a la crónica y no a las columnas de opinión?

M.V.M.: El auge mayor de la crónica fue a finales de los años 40’ y a principios de la década del 50’, la mejor con Felipe González Toledo, en los 40’ nace la crónica roja en nuestro país con José Joaquín Jiménez (Ximénez), pero el maestro indiscutible es Felipe González, ya que su crónica es rigurosa, objetiva, no pierde el tono literario y poético, además no es solo crónica roja también maneja la crónica urbana.

Tengo una hipótesis: debido a la censura desde Mariano Ospina Pérez en 1946 acá en la Republica liberal, en la dictadura de Gustavo Rojas y antes con Laureano Gómez; es una manera de evadir, no se puede hablar de política, no se puede comentar lo que esta ocurriendo, eso se reduce a noticias sucintas y boletines sociales, la circunstancia histórica hace que los diarios busquen una estrategia, dedicarse a la crónica ya que el poder con ese género no se iba a meter, era visto como un género inofensivo por los militares, quienes revisaban todas las ediciones.

Fue una manera de evadir la censura, lo cual hacia que los editorialistas hicieran columnas divertidas, satíricas e irónicas, así la crónica ocupa ese espacio y los censores no se entrometen ahí.

La prensa actual por su inmediatez ¿Ha hecho a un lado el periodismo narrativo?

M.V.M.: La inmediatez y la rapidez son enemigas de la crónica por eso el hábitat natural del género son las revistas o los espacios de televisión donde se puede desarrollar con más lentitud.

Por la rapidez se pierde la observación de entrada, porque todo se debe hacer con mucha velocidad, identificar personajes, no se puede recrear la escena con muchos detalles, se pierde todo lo que ayuda a recrear el ambiente que es una de las peculiaridades del género, lo que hace que una crónica sea crónica y no noticia es justamente esa recreación de ambiente, de escenas, ponerle un poco de tiempo introduciendo un reloj dentro, la crónica debe tener tiempo y es un tiempo lento no puede haber nada que atropelle esa observación, dicen los sociólogos, la etnografía.

¿Cuál es el mayor problema para hacer crónica literaria en Colombia?

M.V.M.: Si se está en un medio el cual trabaja información todos los días, el problema es el tiempo y la falta de conciencia de los editores, le atribuyo mucha culpa a los editores insensibles al género, a quienes les parece que la crónica tiene mucha literatura, coartando la capacidad creativa de los periodistas, por ejemplo: llega un joven al que el medio le hace un lavado de cerebro quitándole la capacidad creativa y recursiva, los pone a producir igual, con un lenguaje estándar.

Es un peligro que por producir a celeridad les terminen matando el estilo y la crónica es estilo, una crónica debe tener voz propia y un estilo que sobre salga de la medianía gris que tienen las paginas.

¿Falencias de la academia frente al estudio del género?

M.V.M.: En las dos universidades donde he estado. En la de Antioquia mi maestro fue Juan José Hoyos y estuve al lado de muy buenas cronistas como Patricia Nieto y un buen periódico que se llama la “Urbe”, aquí en la Javeriana tenemos muchos medios y posibilidades de que nos publiquen pero en general hay muchas facultades donde creen que la crónica es cualquier cosa o es literatura, enseñan periodismo como si fuera taller literario con todas las licencias; o no les dan los espacios que para mí es la falencia mayor: que no tengan medios impresos o buenos medios digitales, pero bien manejados para que los muchachos escriban la crónica, porque se supone que los periodistas deben ser cronistas, no todos sirven y el problema es creer que todos pueden escribir porque no todos tienen la cualidad, hay algunos que pueden hacer muy buena reportería o ser muy buenos en noticia, pero los cronistas son excepcionales.

La responsabilidad que tienen las facultades es promover los espacios de práctica, para que desarrollen estos géneros y se den cuenta si tienen talento o no.

¿Existe la teoría de la crónica?

M.V.M.: No es mucha, La Fundación Nuevo Periodismo ha hecho varios aportes sobre el tema, los prólogos de los libros de Daniel Samper, también depende de quien dicte las clases, porque los ejemplos son muchos, son inagotables, por ejemplo: en Internet se tiene la posibilidad de ver revistas de afuera, como se hace en México, Argentina, las ediciones sacadas por Gatopardo, sobre lo mejor de la crónica, lo mismo las publicaciones de La Fundación Nuevo Periodismo: “Lo mejor de la crónica en América Latina”, es inagotable ahora más que nunca hay muchos más recursos para entender la crónica.

¿Cuál es la pretensión de la crónica?

M.V.M.: La esencia de la crónica esta en el factor humano, en como explora la condición humana, es un género muy literario; pero no puede dominar solo el cronista no puede convertirse en protagonista, son detestables las crónicas donde el cronista está todo el tiempo robándose el show; a menos que se justifique, por ejemplo: cuando es una odisea llegar a determinado sitio, guardando una voz discreta.

¿Ha encontrado un error frecuente en las crónicas de los empíricos?

M.V.M.: La academia si ha servido para darle mayor rigor a la crónica a partir de la década de 1970 se empieza a sentir el efecto de la universidad, hay unos medios como El Pueblo de Cali, donde Daniel Samper fue jefe de redacción, quienes elaboraban una muy buena crónica.

Los de antes eran los desenfrenos líricos totales, demasiada adjetivación, pero uno debe de leerlos en sus épocas, porque se sabe que responden a ella.

En Estados Unidos no se aceptaría en esa misma época una crónica de esas porque ya Hemingway había hecho muy buenos artículos desde la década de 1920, pero aquí apenas se estaba rompiendo con ese periodismo doctrinario, pesado, dogmático con un lenguaje denso o demasiado lírico-poético, entonces la crónica empieza a liberarse de todas esas ataduras, ha escribir con más libertad, con un lenguaje cotidiano cercano a la gente con su jerga pero como decía José Salgar: “todavía no le habían torcido el cuello al cisne”.

El pecado inconsciente de los cronistas de la época, pues no había academia, ni un editor, entonces ellos inventaban cosas, había mucha ficción, pero esta la verdad en esencia, los grandes maestros contaban la verdad, le ponían un poco de fantasía y adornos, pero no se alejaban de la verdad.
¿Qué opina sobre los nuevos articulistas?

M.V.M.: Ahora son demasiado fríos, no exploran la carga dramática, el factor humano, son muy distantes, uno siente como si no les doliera, a los de antes como que les dolía las historias que narraban, las sentían a fondo, además leían mucho, eran muy cultos, sabían de arte, eran intelectuales pero ese estatus lo perdieron hoy en día, por eso son tan pocos los que escriben porque no es una cuestión generacional.

¿Qué tipos de crónica han ido desapareciendo?

M.V.M.: La judicial, se ha perdido enormemente, yo las leí en el Mundo de Medellín en los años 80’, uno retratos impresionantes, pero ¿qué pasa con todas las amenazas hoy en día? ya que los temas son muy duros, ponerse hacer crónica judicial es colocarse en peligro, se logró hacer hasta cierta época pero ya hay tantas fuerzas oscuras que no lo permiten.

RAMÓN JIMENO


EL PERIODISMO Y LA LITERATURA VAN DE LA MANO. RAMÓN JIMENO

Por Diego Leonardo González Rodriguez

¿La crónica rompe la monotonía noticiosa?

Ramón Jimeno.: Si, la crónica rompe con la rutina, porque es una forma de equivalente a lo que hoy hacen los realitys de una manera comercial, es irrumpir en un episodio o en la vida de alguien; en un hecho de una manera más literaria, más narrada, más amable, más humana, que contrasta con la noticia fría, con el análisis, con el ensayo, con la entrevista y en ese sentido rompe con la rutina periodística, la rutina informativa, es un género más profundo, sí la crónica está bien escrita y cumple la doble función de hacer conocer temas que por vía de la crónica son más fáciles de entender y explicar que por cualquier otra vía. Es un rompimiento con la rutina muy positivo.

¿Cuándo se edita una crónica no se pierde parte de la memoria histórica?

R.J.: No, el problema está en que el editor sea realmente editor, porque es un oficio muy especial y requiere unas habilidades que no tiene mucha gente y a veces por falta de ese recurso lo suplantan personas que no están preparadas, pero los grandes escritores en general han tenido grandes editores, el caso más famoso es el de “Ulises” de James Joyce, El Ulises original que le presento a su editor la obra y si no hubiese sido así hoy no lo conocería nadie.

Un mal editor mata una buena crónica, pero a su vez incompleta; una buena crónica pero incompleta puede ser enriquecida por un editor, cuando falta un punto de vista, cuando no está desarrollado un hecho, cuando un pedazo quedo sin terminar, cuando no se sabe por donde empezar la narración, cuando no están aclarados los motivos de las acciones de los personajes; es la visión del lector que le falta al escritor, un buen escritor normalmente no piensa en el lector, sino en si mismo, en como está viendo la historia, el editor está pensando en el lector; entonces un buen editor enriquece la historia y un mal editor la daña.

¿Cuál cree usted que es el enemigo del género?

R.J.: El enemigo de la crónica es la modernidad; va asociada a escasez de tiempo y a un habito que se está desarrollando en la nueva industria del entretenimiento en las nuevas generaciones es el habito de consumir cosas muy rápidas y ligeras, se ha vendido la falsa idea de que la gente en la sociedad moderna no tiene tiempo para leer un periódico, un buen artículo, un buen libro, una buena crónica. Obligado a mirar noticias en quince minutos, eso es una trampa para el ser humano, porque el ser humano necesita comer despacio, la comida rápida es para cundo uno tiene afán pero no todos los días se puede estar comiendo fast food.

También existe el arte basura pero el individuo debería ir a una galería, a un museo, se tiene que conocer a los grandes pintores, hay que leer noticias rápidas pero también hay que leer crónica.

La crónica es enemiga de la industria de los medios masivos de comunicación que necesita cosas muy baratas, rápidas y desechables, una buena crónica requiere, buena investigación, un trabajo de campo extenso, calmado, requiere una persona preparada con muchos conocimientos, habilidades para conocer personas y saber tratarlas e implica habilidades para escribir, entonces una buena crónica se demora un mes, dos meses, seis meses y ¿cuánto vale eso? No hay ningún medio.

Como resultado contratan a un muchacho de dieciocho años para que haga una nota de treinta segundos y eso lo pasan como crónica, ese es el enemigo.

No es la inmediatez, sino la estupidez de los dueños de la industria del periodismo mundial que necesitan una utilidad grande, rápida y con baja inversión.

¿Cuál es el futuro de la crónica?

R.J.: Hay todo tipo de crónicas; visuales y literarias que uno ve en Internet maravillosas, unas mejores que otras, pero el género no desaparece, se está reproduciendo y adaptando a las nuevas tecnologías y eso es una ventaja, para que el filtro que están poniendo los dueños de los medios masivos de comunicación en el mundo se rompa.

El futuro de la crónica es positivo, no es como el de las del siglo pasado, son unas crónicas que corresponden a su momento, crónicas atropelladas en imágenes literarias cuando se trata de textos porque la gente hoy escribe más económicamente, la crónica va más hacia la esencia pero no deja de perder su vigencia.

¿Cómo estructura la crónica?

R.J.: En mi caso pienso más en imágenes que en texto, trato de empezar por las imágenes que más me impactan de la historia, en el caso del “Ocaso de Pambelé” la imagen más dramática es cuando gana el campeonato, puede ser la más dramática: positiva o negativamente.

En general construyo las crónicas muy espontáneamente, hay quienes las estructuran, las preparan lo único que estructuro bien es la investigación, no desarrollo una crónica si no e investigado, si no estoy satisfecho con la investigación y si considero que está incompleta.

De ese modo es una buena investigación y contar las imágenes que reflejan los momentos que permiten desatar la investigación.

¿A la crónica actual se le acabo la reflexión?

R.J.: No es nuevo, eso siempre ha ocurrido, hay grandes cronistas que solo describen situaciones de una manera supremamente hábil y creativa, pero no trasmiten nada distinto a lo que divulga un buen cuenta chistes. Hay otro tipo de crónica en la que hay un punto de vista muy claro del escritor, eso hace más enriquecedora la historia que está contando.

Investigando ¿Qué crónica se le ha hecho irrepetible?

R.J.: Bastantes, una después de la invasión en el 1983 ó 1984 de los estadounidenses a la isla de Granada, mandaron a un grupo de soldados; es lo que se utiliza en ese tipo de invasiones, un grupo de militares muy agresivos, sobre entrenados para un ataque violento y rápido, esos combatientes están muy corto tiempo en el campo de batalla a los tres días los sacan y viene tropa nueva, fresca a hacer un trabajo más “limpio”

Fui a Fort Braken a entrevistar esos soldados y fue una experiencia porque era ver como ellos percibían esa rutina, lo que habían hecho que es totalmente distinto a lo que todo el resto del mundo estaba viendo, ellos se creían los héroes del mundo, los salvadores del mundo frente al comunismo, que habían acabado con los cubanos, que habían rescatado para la libertad una isla, que habían quitado una amenaza nuclear para Estados Unidos, tenían un discurso loco y sobre ese discurso justificaban todas las barbaridades que hicieron, que fue matar gente inocente, como siempre pasa en todas las guerras.

¿La literatura si puede ser incluida en el periodismo?

R.J.: Por supuesto, el periodismo literario puede estar incluido porque finalmente se necesita tener habilidades de un escritor de literatura para narrar bien episodios, por eso muchos escritores, por ejemplo como: García Márquez, empiezan como periodistas y pasan a escritores pero nunca abandonan el periodismo, el periodismo y la literatura van de la mano, son hermanos gemelos.

¿En el periodismo si es valido adornar los hechos con ficción?

R.J.: Siempre y cuando el lector tenga claro que es un artículo de ficción, que es una crónica “ficcionada” como ocurre con la historia y la literatura: en el caso de “Noticias del imperio” de Fernando del Paso; siempre y cuando se advierta que no es realidad, sino que es ficción a partir de una investigación que uno ha hecho, no hay problema porque finalmente uno quiere es leer el punto de vista de un autor, entonces está bien.

Lo que está mal y genera problemas es que la gente se invente las historias y no comunique.

¿Cuál es el mayor problema que tienen hoy día los articulistas?

R.J.: El principal problema no es de ellos sino del medio de comunicación en que trabajan, no es de los periodistas sino de los medios que no los dejan producir, los medios se volvieron una industria que arroja una mercancía que se llama información y la información que ellos necesitan es de muy baja calidad, elemental, de cifras insípidas, deben incluir sexo, escándalo y violencia, eso es lo que necesitan para vender.

¿Qué es ser cronista?

R.J.: Una persona que tiene la habilidad para recoger un hecho o una situación o interpretar un personaje en un momento determinado y plasmarlo en una pieza literaria que sea interesante, atractiva, enriquecedora y legible.

Una persona que tiene la habilidad para percibir las razones de los hechos y de las personas que están detrás de esos hechos y luego de haberlo percibido tienen la capacidad para narrarlo en una forma estructurada, coherente, lógica y agradable de leer.

ALBERTO SALCEDO RAMOS



EL ROSTRO HUMANO DE LA NOTICIA. ALBERTO SALCEDO RAMOS

Por Diego Leonardo González Rodriguez


¿Qué es ser cronista?

Alberto Salcedo Ramos.: Ser un cronista es contar historias de largo aliento, historias que puedan informarle a la gente, acerca de hechos de interés universal y humano, y puedan propiciar miradas diferentes sobre esos hechos, no sólo informar sino hacerlo con un estilo personal, con una escritura, que de alguna manera haga que el texto sea perdurable, que hoy pueda ser leído como actualidad y mañana como historia.

Parece que la crónica es un género que contribuye a humanizar el periodismo; la crónica yo la he definido como “El rostro humano de la noticia”, si le quitamos la crónica al periodismo, nos queda un periodismo de igual manera informativo, pero menos ameno, menos amable, menos bello.

¿Cómo plasmar lo humano en un escrito?

A.S.R.: Un cronista es una sanguijuela de la realidad, una garrapata que se le pega al lomo de la realidad, allí encuentra su alimento y su razón de ser, entonces el cronista donde un reporte común y corriente sólo ve una noticia, el cronista también ve una noticia pero además una historia, el cronista va más allá de lo informativo, sin desdeñar lo informativo. Por ejemplo: para un hacedor de noticias, el caso de la familia Kluter en Holcomb, sería simplemente reducido a la siguiente forma: “Muere familia de granjeros en Holcomb”; para Truman Capote es “A sangre fría” va mas allá de lo noticioso, de lo informativo, todo el mundo sabia que Dick Hickock y Perry Smith, habían asesinado a los cuatro miembros de la familia Kluter, esta claro que Truman Capote no quería contarnos eso, eso ya lo sabia todo el mundo, quería contarnos el perfil psicológico de los asesinos, quería hacer un retrato también de una cierta época y espacio muy bien representado por los personajes de la historia.

¿Tiene influencia el cine sobre los cronistas?

A.S.R.: Si, a mi me parece que la Crónica, es un género periodístico narrativo e interpretativo, se nutre del cuento, la novela, el ensayo en algunos momentos, del cine, la poesía, porque a mí me gusta que la prosa de la crónica sea bella, agradable; lo difícil del género es que se debe saber escribir, tener datos, saber narrar, ser preciso, tener estructura narrativa, debido a que todos los relatos no se pueden contar de la misma manera, cada episodio tiene sus propios requerimientos estéticos, hay historias en las que conviene empezar por el final, otras se pueden hilar de manera lineal para que vaya increscendo la trama y al final se produzca la sorpresa, son cosas que un cronista sabe cuando a leído mucho o ha escrito mucho.

Los cronistas también podríamos ser medidos por las horas de vuelo, como los pilotos de aviación, porque a través de lo que escribimos se puede ver que tanto hemos volado, cuantas turbulencias hemos atravesado en el camino, si de verdad sabemos cruzar el océano o nos da miedo; por horas de vuelo entiendo que haya recorrido el país, haya estado en la selva, ponerse un chaleco y meterse al río así no se sepa nadar, estar en los llanos, en la costa, en el páramo, estar en medio del campo donde la gente esta ordeñando o en una zona de guerra, o donde hay cumbia o fandango; es decir una persona que haya recorrido el país, una persona que haya acumulado kilómetros dentro de su itinerario es alguien que tiene algo que contar, puede convertir esa experiencia en una reflexión académica para compartirla a los demás, de esa manera creo que la crónica es un género necesario para humanizar el periodismo, para construir la memoria.

¿Cómo podría la crónica contribuir con la memoria histórica de Colombia?

A.S.R.: Hubo un tiempo (que conste que me gusta la historia) en que los historiadores sobre todo los del pasado, se preocupaban de hablar de la historia en letras de molde, la historia escrita con mayúsculas y descuidaban la historia escrita con minúsculas, entonces nos hablaban de Simón Bolívar que libero cinco naciones y convertían en mito la espada, pero no nos hablaban de lo que se comía en esa época, de cómo se cocinaba la mojarra.

¿Para definir la crónica antigua se podría decir que el recuerdo y la prosa descriptiva, son parte de sus características?

A.S.R.: La descripción es un recurso de la narración, cuando uno narra describe pero no es toda la narración, existe una tendencia generalizada a cometer el error de creer que narrar es describir, yo soy profesor a veces, me topo con muchachos que solo describen, no investigan, no preguntan; la descripción es sólo una de las herramientas de trabajo, pero es solo un elemento.

¿Cuáles cree que son las características que diferencian la crónica y el reportaje?

A.S.R.: La crónica es un género Micro, va al detalle humano en primer plano, la crónica cierra el lente para ocuparse de una historia pequeña que sea representativa de un conjunto, por ejemplo: se puede hacer la crónica del colombiano ciego que sobrevivió al atentado a las Torres Gemelas y que tubo que caminar desde el piso veinte o treinta, ayudado por un perro, eso es un personaje; a través de él yo puedo ver parte del conjunto, voy al detalle de él, es la historia de él, esa es la crónica.

El reportaje es un género Macro, es un género donde a través de varias fuentes, a través de varias voces se puede reconstruir esa tragedia, hablar con la policía, con gente de seguridad de la CIA, políticos para saber sobre las repercusiones de ese hecho, gente experta en la religión Musulmana. Ambos utilizan el recurso de narrar; García Márquez describe el reportaje como “el cuento completo”.

¿Usted cree que de la entrevista puede salir una crónica?

A.S.R.: Es posible pero no es lo ideal, es uno de los recursos más utilizados por los facilistas, parte importante de la crónica es reconstruir la atmósfera del personaje, porque el cronista tendría lo que el personaje dice pero no lo que el personaje es; a mi me gusta acompañarlos en sus espacios habituales, la casa, el trabajo, hablar con la gente que los conoce, podría salir una buena crónica pero eso seria excepcional, lo normal es que salga una muy mala crónica o una crónica incompleta.

¿La crónica nos serviría para hacer una población más unida y comunicativa?

A.S.R.: La crónica tiene entre sus alcances la posibilidad de sensibilizar a la gente con relación con algunos temas que le incumben que la atañan, no creo en proponerse moralejas desde antes de escribir, es decir si la crónica está bien escrita conmueve a la gente y tiene una moraleja implícita o más, pero si el punto de partida es la moraleja y no es la historia, estamos en problemas.

¿Cree que la reflexión de la crónica se ha ido perdiendo por la presión de los medios?

A.S.R.: Falta espacio. La verdad es que yo si intento incluir muchas reflexiones a las crónicas.

En esto quiero ser tajante, a mi me choca como lector no como periodista, que la persona que me cuente una historia, me filtre sus opiniones personales sobre el bien y el mal, en momentos se escapan algunas pinceladas, pero cuando esto se convierte en algo obsesivo y el escritor no me da impresiones personales, sino claramente opiniones como las que salen en las columnas de opinión entonces esto ya no me gusta.

¿Los medios si contribuyen a generar reflexión?

A.S.R.: Unos más que otros, la televisión para nada, la televisión es una sarta de ligerezas y superficialidades, así como existe el delito de enriquecimiento ilícito también debería existir el delito de embrutecimiento ilícito y se debería juzgar a esas personas que hacen televisión de la manera más ruin que hay: que es explotar la miseria, el dolor ajeno, ofreciendo contenidos sin un mínimo de contexto para su aprovechamiento.

El relato debe ser autosuficiente. Hemingway cuando escribe “El Viejo y el mar”, no está haciendo comentarios sobre la mala condición del viejo, sobre que la humanidad está terriblemente malograda; simplemente comienza: “Era un viejo que tenía ochenta y Cuatro días sin poder pescar”. Listo.

¿Cómo se distingue un buen tema de un mal tema?

A.S.R.: Un buen tema es universal; un tema universal es aquel, que puede ser importante en Colombia, Chile, Pakistán, Camerún, donde se ponga.

“La Vida es bella” de Roberto Benigni, nosotros siendo colombianos hemos sido ajenos al conflicto que se plantea allí, al contexto geográfico que se plantea, aunque no pertenecemos a ese espacio nos sentimos identificados con ese drama terrible de un padre que quiere convencer a su hijo de que la guerra cruel en la que están sumergidos, no es una guerra sino un juego; es una situación universal, entonces los buenos temas son universales, que para bien o para mal afectan a mucha gente.

También me gustan los temas donde hay conflictos, la vida de los seres humanos está llena de conflictos: hombres que quieren una mujer pero no son correspondidos por ella, alguien que sueña ir a Miami, pero tiene que quedarse en Madrid - Cundinamarca, gente que quiere entrar a la base naval de Cartagena pero no los dejan por ser negros, personas que ven comerciales de comida pero tienen que comer agua panela con pan, la mujer que sale de su casa con el fin de tener vacaciones y es secuestrada por el camino.

¿La investigación es importante para el desarrollo de la narrativa dentro de la crónica?

A.S.R.: Total, si una persona escribe muy bien, pero en su texto no hay investigación no me interesa para nada, de pronto como un ejercicio de escritura o de reflexión, pero ya no lo consideraría crónica.

¿Cómo plasmar el espíritu humano en una crónica?

A.S.R.: Escuchando bien a la gente, conociéndola mucho, yo nunca hago crónicas basado en el primer encuentro con la gente, yo voy a las casas, puedo invitarlos a jugar billar, o a tomar café, pero no me intereso por preguntar nada, es decir me parece que obtener esa información intima, humana, depende de que uno le brinde confianza, le genere confianza.

Por ejemplo: si una muchacha ha sido prostituta, no va a empezar a hablar de su vida como prostituta cinco minutos después de que yo llegue, me parece que el periodista debe generar confianza y a partir de este hecho los personajes se van abriendo y van contando las cosas.

Yo tengo una preocupación genuina, una curiosidad auténtica por la vida de los demás, siendo así una persona a la que le interesa saber que le pasa a los demás, entonces para mi no es una tortura sentarme a escuchar a alguien tres horas, inclusive lo oigo así no esté haciendo mi trabajo.

¿La literatura que papel juega dentro de la formación de la crónica?

A.S.R.: Mucha, porque hay que leer buenas novelas, buenos cuentos. Yo no le creo al periodista que solo informa, hay algunos que son muy buenos con ese método de solo informar, pero tiene que ser excesivamente bueno para que se le perdone el pecado de no saber escribir.

¿Quiénes lo influenciaron a escribir?

A.S.R.: Es una lista larga, yo incluyo escritores, cronistas, escritores Dostoyevski: no creo que el me haya influenciado desde el punto de vista estilístico, además por que lo he leído traducido, lo he leído en Español , no se leer en ruso; pero digamos que Dostoyevski tiene en su obra literaria gran capacidad de penetración sicológica, no solo se preocupa por contar los hechos de los personajes, sino lo que sienten y piensan, a mi me interesa construir un perfil humano donde la gente vea la personalidad: si es rebelde, si es peleón, competitivo, cascarrabias, todo eso debe quedar claro en la crónica.

También me influencia García Márquez, Gay Talese, Truman Capote, Flaubert, Albert Camus.

De las crónicas que ha leído ¿Cuál le ha llamado la atención por lo extraña?

A.S.R.: En “Música para camaleones” de Truman Capote, está es la historia de una señora que tenía un congelador lleno de gatos muertos, recuerdo haber leído una historia maravillosa de Gay Talese titulada “El señor malas noticias”, sobre el periodista del New York Times que se encargaba de hacer las notas necrológicas, lo particular era que el reportero las hacia antes de que el personaje se muriera, el escribía la crónica en pasado sobre gente que aún estaba viva, él le confesaba a Talese que a veces se le confundían los limites entre la vida y la muerte, ya no sabía la condición del personaje y a veces cuando el sentía que un artículo le quedaba muy bien escrito el rogaba para que esa persona se muriera rápido.

¿La crónica es sinónimo de autosuficiencia en el sentido que se sostiene por si misma?

A.S.R.: La crónica depende de la noticia, la crónica puede ser atemporal, pero se debe preocupar por mantener un grado de actualidad, hay que procurar buscar en la historia elementos reales que pertenezcan a la actualidad.

¿Bajo su óptica cual es la obra más preciada?

A.S.R.: Eso es muy difícil de decir, pero puedo decir algunas que siento que me gustan, hice una que salió en El malpensante se llama “El testamento del viejo Mile”, sobre el viejo Emiliano Zuleta, tiene casi cincuenta paginas y la publicaron, siento que es de lo mejor que yo he hecho.

¿La reflexión de la crónica se ha perdido?

A.S.R.: Ha perdido espacio en los periódicos, porque los periódicos quieren competir con la televisión y la radio, contando la inmediatez en ves de ir mas allá, pero en los últimos años han surgido revistas como: El malpensante, Número, Gatopardo, SoHo, que le dan espacio al periodismo narrativo, y ahora viene la que es una de las mejores revistas de Iberoamérica “Etiqueta Negra” del Perú, es solo para escribir crónicas, por qué existen, si fueran tan malas, por qué se mantienen Ya llevan mucho tiempo.

¿Cree que por la inmediatez de los diarios tradicionales se ha perdido la reflexión periodística?

A.S.R.: Si, porque los periódicos son un negocio a veces un poco descorazonado, es como los canales de televisión en Colombia, que solo son realitiys, telenovelas y noticieros, pero nadie hace documentales, nadie va a contar el verdadero país con una mirada más reposada, más inteligente, alguien dijo Que: “Si Jesucristo resucitara hoy no seria tema para una crónica sino para un reality”

¿Cuál es el mayor problema para escribir en la prensa actual?

A.S.R.: El único problema que yo creo que tengo, es que la crónica es un género, Se puede hacer una noticia diaria pero no una crónica diaria, entonces la supervivencia del cronista no es fácil, se tiene que ayudar con otras cosas, sólo escribiendo crónicas yo no he podido vivir y creo que en Colombia no hay nadie que viva de eso.

¿La crónica debe ser abordada en todas las facultades de Comunicación social?

A.S.R.: Naturalmente, la crónica es parte del periodismo, lo que pasa es que la crónica es un género que no está al alcance de todo el mundo, hay que tener un talento especial para ella, aunque suene un poco excluyente pero es la gran verdad.

¿A qué se debe que en las facultades de comunicación social incluyendo a sus alumnos no se reconozcan los hitos del periodismo nacional?

A.S.R.: Descuido de la universidad, descuido del alumno y la indolencia del país, resulta que imágenes como la de Germán Pinzón las nuevas generaciones la han olvidado, se debe a que a veces las facultades del periodismo están a espaldas a nuestra memoria; hay muchachos que no saben ni siquiera quien es Juan Gossaín, que todavía está vigente.

¿La farándula acabo con los verdaderos periodistas?

A.S.R.: La farándula y la farandulización, hubo un tiempo en que los muchachos entraban a estudiar Comunicación Social, porque querían ser escritores o humanistas, ahora suele ocurrir que muchos de los que comienzan a estudiar Comunicación Social quieren ser modelos o presentadores de televisión, siendo esto respetable, el problema es que se ha generalizado esa mentalidad, antes los presentadores de televisión salían de las facultades de periodismo, ahora salen de los reinados de belleza; entonces se va envileciendo la profesión.

¿Qué cambios son importantes para la crónica desde el reportero?

A.S.R.: El cronista debe ampliar la agenda del periodismo, los medios nuestros tienen una agenda que se limita a la guerra, al conflicto, a la farándula y al deporte, pero digamos la cultura popular, la vida común y corriente de las personas desconocidas, la vida de la periferia, la vida en nuestros ríos, nuestros mares, nuestros valles, la vida de la gente que solo respira que no hace cosas heroicas, ni extraordinarias, esa vida no nos la están contando.

Entonces el cronista debe procurar contribuir a ampliar la agenda de los medios, a volverla más abierta, más humana.

¿Qué hace que el cronista incurra en esos errores?

A.S.R.: Una visión equivocada de los editores, que de pronto creen que la guerra es un tema más vendedor que los otros.

Uno ve un noticiero y es patético, empiezan con noticias de masacres, después pasan a los goles y terminan con mujeres semidesnudas sentadas en un sofá contando chismes de farándula, creyendo erróneamente que esa cursilería es el contrapeso de lo fúnebre, es decir; como al principio te di mucha muerte y mucha masacre, entonces ahora te voy a poner algo amable, pero yo no veo que la farándula sea el contrapeso de la muerte, el contrapeso de la muerte es la vida, y la expresiones de vida hay que buscarlas de otra forma, me parece a mí.

La farándula es un aspecto más pero no debería tener la preponderancia que tiene hoy en día, es algo terrible, es brutal. Creyendo que eso garantiza un final feliz.

¿Se puede rescatar algo de la nueva generación de cronistas, que no tenga la anterior?

A.S.R.: Hay algo que me parece importante, hace doce años se creo La Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, (FNPI) que preside Gabriel García Márquez y tiene su sede en Cartagena, antes de que se creara esa Fundación, vivíamos incomunicados, creyendo que teníamos los mejores cronistas del mundo, periodistas, creyendo que el periodismo se acabo, andábamos repitiendo las ligerezas más olímpicas de una manera irresponsable, cuando se crea esa Fundación dejamos de vernos el ombligo, ampliando nuestra mirada hacia fuera de las fronteras y descubrimos que existían: Jon Lee Anderson, Alma Guillermoprieto, Tomás Eloy Martínez, Richard Kapuscinski, entonces las nuevas generaciones han tenido el privilegio de contar con unos referentes mejores de los que tenían las viejas generaciones.
La gente que está haciendo crónica en este momento sabe quien es Martín Caparrós, Gay Talese, Juan Villoro, porque no somos tan aldeanos y de alguna manera hemos sido capaces de mirar hacia fuera.

Antes dije que tenemos mejores referentes, pero también es cierto que entre los empíricos de antes había mucha gente que leía más de lo que leen las generaciones de hoy.

¿Cuáles son las desventajas de la generación actual?

A.S.R.: Las desventajas son un exceso de tremendismos, que lleva a muchos a creer que los buenos temas tienen que ver con desnudos escandalosos, violencia excesiva, narcotráfico o guerra.

¿Cree que hay alguna diferencia entre los cronistas empíricos con los académicos?

A.S.R.: No tengo ese prurito del empírico y el académico, hay muchos empíricos que yo admiro y mucha gente académica como Juanita León, Daniel Samper Pizano, entonces creo también que uno construye su propio conocimiento.

Pienso que de los empíricos hay muchas enseñanzas útiles para nosotros y de los académicos de los últimos años también, tengo claro que no se puede vivir de espalda al saber académico que se ha generado con relación a nuestro oficio, ya no es solo que yo me siento y me inspiro en una hoja, tengo que tener estructuras narrativas y ética.

¿Existe la literatura de la realidad?

A.S.R.: Si, periodismo literario no es solo el que narra, un buen comentarista, un buen columnista también pude escribir de una manera literaria, así lo hacen los ensayistas.

¿Qué tipos de crónicas han ido desapareciendo?

A.S.R.: Las de viajes no se ven mucho, por que tienen su precio hay que pagarle al periodista, el alojamiento, la comida, los pasajes.

Aunque a mi no me gusta hablar de crónica política, crónica roja, crónica deportiva, a mi me gusta hablar de Crónica, así como no me gusta hablar de literatura femenina y masculina, la literatura esta bien y ya, si la hizo Virginia Wolf o la Hizo Truman Capote da igual, yo quiero que este bien escrita no más, que sea buena literatura, me tiene sin cuidado si es una mujer o un hombre el que la hizo.

¿La mejor época de la crónica?

A.S.R.: Quizás voy hacer hereje, me parece que son los últimos quince años, por lo que representa, tener cuatro revistas de talla internacional, cuatro revistas circulando en varios países de América latina, eso dice mucho de lo que hemos alcanzado en los últimos años.

¿La crónica que más trabajo le ha llevado construir?

A.S.R.: La que estoy escribiendo ahora, sobre las víctimas de los atentados con minas antipersona.

¿Un hecho anecdótico?

A.S.R.: Una vez le pregunte a Alejo Duran, cuantos hijos tenía, empezó a sacar la cuenta con las manos, se le extraviaba la cuenta, se le perdía, volvía a empezar, luego de varios intentos me dice: en total tengo veinticuatro, yo le respondo: ¿veinticuatro maestro? Y ¿con la misma?, él me vuelve a responder: “si con la misma, pero con diferentes mujeres”. Eso después se volvió chiste, pero eso salió de la entrevista que yo le hice a Alejo Duran.

¿Una lectura que lo haya impactado?

A.S.R.: Muchas cosas, me conmueve mucho “El olvido que seremos” de Héctor Abad; me perturbó el libro “Hiroshima” de Jhon Hersey, que fue elegido en una encuesta hecha entre periodistas de Estados Unidos como el trabajo periodístico más importante del Siglo XX, a Jhon Hersey lo enviaron a Hiroshima para que contara como había sido la experiencia de la gente que sobrevivió a la bomba atómica, introduciendo un relato escalofriante.

Otro libro que me emociona es uno escrito por Joseph Mitchell, “El secreto de Joe Gould”, me parece un documento precioso, es un libro hermoso, un libro que cuando uno lo cierra le da besos, siempre he creído que no debo estar muy lejos de donde este ese libro, para estar bien, para que yo este tranquilo, es un libro Muy bello.

Y de lo que he hecho: digamos que el libro de Pambelé (El oro y la oscuridad), me brindó muchos momentos enternecedores, porque tuve que escribir sobre un personaje que había sido mi héroe toda la vida, yo crecí viéndolo pelear y contar la historia del héroe de uno; cuando el héroe de uno esta destrozado por la vida, es duro.

¿Un consejo para la nueva generación de cronistas?

A.S.R.: Por mi experiencia como profesor, me he encontrado a numerosos jóvenes con mucho talento, jóvenes que le han puesto un poco de color a mi actividad, que me han alegrado el rato y me han hecho sentir justificado; por que escriben muy bien, por ser acuciosos para investigar, pero me he encontrado con algunos de esos muchachos y les he preguntado que están escribiendo y me encuentro con una respuesta descorazonadora: “No profe, no volví a escribir”. Entonces me pregunto ¿escribían por qué tenían vocación o escribían para ganarse mi materia? Las posibilidades de respuesta a ese interrogante son inquietantes, entonces mi consejo es: “No dejen que se les pierda el fuego, la pasión”, por que en la vida toda la gente que ha trascendido haciendo algo, es debido a que se apasiona por su actividad, mi consejo es: “Amar con el corazón lo que hacen, no escribir con el bagazo del tiempo, sino con el alma, dedicarse al oficio con disposición y voluntad”, mi consejo es: “No dejarse convertir en periodistas de parcial”.

Cortazar decía que: “Hay escritores de bar y escritores de verdad”: los de bar son los que se sientan en la barra y se ponen a hablar de los libros que nunca van escribir, son inteligentes, cultos, saben de literatura pero no hacen lo que recomendaba Balzac Que es: “poner el culo en la silla”.

JUANITA LEÓN


LA FICCIÓN ES PARA LOS NOVELISTAS. JUANITA LEÓN

Por Diego Leonardo González Rodriguez

¿Qué es un cronista sin imaginación?

Juanita León.: Depende de lo que quieras decir con imaginación. Un cronista no tiene que inventarse nada y por lo tanto no necesita imaginación en el sentido de crear un mundo aparte. Pero si carece de imaginación literaria, no sabe dónde mirar y dónde encontrar los detalles que revelan las verdaderas historias.

¿Los medios en Colombia han sido malagradecidos con los cronistas y el oficio?

J.L.: No me parece. Creo que en Colombia ha habido muy buenos cronistas y se les ha dado el espacio para publicar, aunque es cierto que ese espacio se ha ido reduciendo debido a la idea –quizás acertada- que la gente no tiene tiempo para leer.

¿Los medios contribuyen a generar reflexión en sus espacios?

J.L.: Creo que los medios en su interior son instituciones más democráticas que muchas: en los que yo he trabajado hay bastante debate interno, aunque los periodistas no somos tan buenos para la autocrítica. Sobre si generamos reflexión en nuestras audiencias yo creo que depende del medio al que te refieras. En general creo que los noticieros buscan generar más una reacción emocional y visceral que una reflexión profunda. Las revistas lo hacen mejor. En todo caso creo que todos los medios podrían hacer una mejor labor de buscar información que le sirva a la gente para reflexionar. Los medios a veces se limitan al comentario de cóctel, que no está basado en información real.

En este periodismo narrativo de la realidad ¿Se puede incluir elementos de ficción, como herramienta retórica?

J.L.: No. Yo creo que todo lo que uno escriba debe poder ser verificado por otra persona. La ficción es para los novelistas.

En su concepto ¿El periodismo narrativo si es literatura de la realidad?

J.L.: No estoy segura a qué te refieres con literatura de la realidad. Para mi literatura es ficción y el periodismo para mi siempre es de no ficción. Lo que lo hace narrativo es el uso del lenguaje de tal forma que le permite a los lectores ponerse en los zapatos de otro, vivir otra vida así sea por un instante. Eso es lo que también logra la buena literatura, pero el camino para llegar allí es diferente. El periodista está afuera escribiendo sobre gente que vive fuera de ella, mientras que el novelista está adentro, es cada uno de los personajes.

¿El exceso de violencia y cotidianidad hace que la crónica desaparezca?

J.L.: No, por el contrario. La violencia es terreno fértil para la crónica. Hay tantas historias para contar en un país en guerra. No entiendo cómo puede haber exceso de cotidianidad.

¿Cuáles han sido los mayores problemas que ha encontrado para hacer una crónica literaria en Colombia?

J.L.: Lo más difícil es viajar a los lugares donde se vive la guerra. Es costoso y peligroso. Pero siempre vale la pena.

¿Cómo contribuye la crónica a la recuperación de la memoria histórica de Colombia?

J.L.: Los cronistas retratan lo que sucede en un momento determinado de la historia. Eso le permite a la gente entender en qué país vive. En una guerra, les permite a las víctimas narrar su sufrimiento, estar seguras de que no caerá del todo en el olvido. Para los victimarios es a veces el único castigo.

Aunque también a través de las crónicas uno entiende que las cosas siempre están llenas de matices. Eso es bueno porque evita soluciones simples y que no sirven para nada.
¿Usted cree que el rigor de la crónica supera a la del reportaje, en cuanto a contenido informativo?

J.L.: No, simplemente exige otro tipo de habilidades.

¿Usted cree qué hoy el cronista sigue conservando esa prosa enriquecedora, con información veraz y con ese estilo único que caracterizaba a los escritores de la edad de oro?

J.L.: Me parece que tendemos a idealizar el pasado. Los cronistas de antes se inventaban muchas cosas.

¿Existe alguna teoría sobre como escribir una crónica? - ¿Qué procedimiento se debe seguir?

J.L.: Existen métodos para escribir una crónica. Toca hacer reportería con los cinco sentidos, luego reconstruir lo que viste o lo que la gente recuerda con escenas, etc. Pero al final está también en la habilidad del cronista lograr que la gente se transporte al lugar con su imaginación y logre ‘ver’ lo que el periodista vio.

¿Hemos olvidado reconocer la Labor de los cronistas de antaño?

J.L.: No sé. Creo que se recuerdan los realmente buenos y se olvidan los mediocres. Así es con cualquier profesión.

DANIEL SAMPER OSPINA



GONZO: PERIODISMO DE SUPLANTACIÓN. DANIEL SAMPER OSPINA

Por Diego Leonardo González Rodriguez


¿Qué facultades ha apreciado usted en los buenos cronistas?

DANIEL SAMPER OSPINA.: Que tienen voz propia, altura intelectual, conciencia literaria, pero a la vez ponen todo eso al servicio de la información de una historia.

¿Qué es el periodismo Gonzo?

D.S.O.: El de suplantación; aquel en el que el periodista decide que parte de su reportería es padecer o vivir en carne propia el mundo del que quiere hablar.

¿Cuándo no se debe publicar un artículo de “periodismo no ficción”?

D.S.O.: Cuando es carreta; es decir, cuando uno cree que tiene más de ficción que de periodismo.

¿Una crónica que le haya impactado y nos recomiende leer?

D.S.O.: Seis meses con el salario mínimo, de Andrés Felipe Solano. Edición de noviembre de SoHo.

MAURICIO VARGAS


EL PRIMER INTÉRPRETE DE LA HISTORIA. MAURICIO VARGAS



Por Diego Leonardo González Rodriguez


¿Cómo distinguir una buena historia de una bien escrita?

Mauricio Vargas.: Tener una buena historia es apenas el principio de escribir una buena historia. Es más probable que alguien escriba una magnifica crónica que tener garantizado lo contrario. El que sabe escribir una sobresaliente reseña logra hacerlo sobre una mosca que vuela y se estrella contra el vidrio de una ventana, si es un buen escritor puede escribir un excepcional relato con eso.

Si es un mal escritor puede tener la crónica de su vida, puede estar ante la existencia de Jesucristo y la deja pasar o la desperdicia porque en últimas lo que el escritor debe entender es que su papel no es el de un simple narrador, es inevitablemente la persona que tiene la responsabilidad de ser el primer interprete de la historia de alguna manera el primero que la modifica y cuando digo modifica no me refiero a mentir, ni a torcer los hechos, no, a darle una primera forma que pasa de la realidad a la narración.

¿Se ficciona parte de la historia introduciendo literatura?

M.V.: Hay gran diferencia entre ficcionar e introducir literatura.

“Ficcionar” es meter elementos de ficción es decir componentes ficticios; se explica como elementos que no son reales, eso en el periodismo a mi no me parece legitimo.

Lo literario es distinto, porque hay literatura de ficción lo que quiere decir que hay una que no lo es. Yo creo que la literatura de no ficción es la crónica, el reportaje, puede llegar a ser literatura, yo creo totalmente legitimo en el periodismo integrar ingredientes literarios, me parece fundamental, esencial. Es muy peligroso introducir elementos de ficción.

¿Cuál es la estructura de la crónica?

M.V.: Como director de Semana y Cambio, defendí la tesis de que el país estaba urgido de interpretación y análisis de modo que la crónica por la crónica, la crónica pura ya no es suficiente y el modelo que impusimos es Semana en los años noventa y en Cambio en la primera década del milenio fue la crónica más análisis, creamos primero que todo narración, hechos, luego el esbozo de los elementos para formarse una opinión y tercero un análisis basado en esos elementos, no una opinión, la opinión va para el columnista; la cuarta parte de la crónica la debe hacer el lector de la crónica que es formarse su opinión.

La crónica pura sin análisis hoy creo que es insuficiente para lo que el público necesita para entender lo que pasa en Colombia.

En los veinte años como director de Semana y Cambio ¿Cual cree que es el error más recurrente de los estudiantes?

M.V.: Se brincan etapas, pensaría que la rigurosidad es hacer una carrera en la reportería pura, en la noticia pura y dura, en la noticia de lo básico, en la estructura original del lead y del reportaje, antes de empezar hacer crónica, hay que soltar mucho la pluma.

La vida de un Cascarrabias

Mi foto
la finalidad es poder decir con exactitud nuestras averiguaciones, manteniendo la sensibilidad de los sucesos.