sábado, 5 de julio de 2008

MARYLUZ VALLEJO MEJÍA


LA MEDIANÍA GRIS QUE TIENEN LAS PAGINAS. MARYLUZ VALLEJO MEJÍA

Por Diego Leonardo González Rodriguez

¿Qué es ser cronista?

Maryluz Vallejo Mejía.: Es un escritor que tiene la capacidad de observar y de narrar lo que ve, desde su sentimiento con todos los sentidos, con el ánimo de comunicar.

Es diferente al escritor literario quien no tiene afán de llegarle a un público amplio, en cambio el cronista si quiere llegar al lector común, haciéndolo vivir esas emociones experimentadas por el frente a un hecho.

Un cronista es una persona muy sensible y muy deseosa de narrar lo que ve como testigo histórico, con el privilegio de tener un medio, incluso sin el medio encuentra la manera de sacar las historias a la luz.

¿Cómo contribuye la crónica al rescate de la memoria histórica del país?

M.V.M.: Es una herramienta esencial, un dispositivo de memoria dado que narra el acontecer, la crónica se ocupa del momento actual, o puede ser histórica: reconstruyendo un suceso el cual la historia oficial no documento con todas las versiones y narro de manera parcializada.

El cronista sí se asume como testigo excepcional, es un recuperador de memoria y contribuye a que no se imponga una historia oficial, una única versión, sino que con su voz recoge testimonios; hay muchas versiones de la historia.

En la medida que haya muchos cronistas tendremos diferentes puntos de vista y un acercamiento objetivo a lo realmente ocurrido; cuando la historia sólo es oficial, como en los regimenes totalitarios o en épocas de censura; por ejemplo en Colombia en la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla, era solo la versión que el gobierno quería contar, como la tragedia de Cali de 1956 o la matanza de la plaza de toros.

Reiteradas veces encontramos personas que no estudiaron periodismo escribiendo en la prensa o en revistas especializadas, relegando a profesionales de esta área ¿Qué responsabilidad tienen las facultades de comunicación social?

M.V.M.: La responsabilidad la tiene quien facilite los medios, ya que el investigador se hace responsable de la verdad, que la historia sea real. A buscar las fuentes pertinentes a los conocedores, a no dejarse manipular. El editor debe cotejar los textos y saber que la historia no ha sido ficcionada.

El periodista es responsable de deformar la historia. Cuando inventa personajes, añadiendo datos, haciendo que el artículo sea ficción y no de “literatura de no ficción”.

¿La tecnología puede ser un factor para que desaparezca la crónica?

M.V.M.: Puede ser un problema en la medida que no haya editores, ni intermediarios conocedores del lenguaje de la crónica, ya que este género no es cualquier cosa, la crónica no es un desahogo, no es un delirio poético, no es cualquier testimonio.

Internet se presta para que cualquier persona escriba crónicas pero ¿Quién verifica? Se va perdiendo la figura del editor.

¿El reportaje digital hará desaparecer a la crónica de los medios impresos?

M.V.M.: Ha habido un resurgimiento de la crónica, ahora se encuentra para ser leída en El malpensante, SoHo, Gatopardo, Número, quienes se dieron a la tarea de recuperar el género, de revivirlo y se dieron cuenta de que es muy vendible, una buena crónica tiene muchos lectores es pura literatura periodística.

¿Qué motivó en los años 60’ a que los periodistas se dedicaran a la crónica y no a las columnas de opinión?

M.V.M.: El auge mayor de la crónica fue a finales de los años 40’ y a principios de la década del 50’, la mejor con Felipe González Toledo, en los 40’ nace la crónica roja en nuestro país con José Joaquín Jiménez (Ximénez), pero el maestro indiscutible es Felipe González, ya que su crónica es rigurosa, objetiva, no pierde el tono literario y poético, además no es solo crónica roja también maneja la crónica urbana.

Tengo una hipótesis: debido a la censura desde Mariano Ospina Pérez en 1946 acá en la Republica liberal, en la dictadura de Gustavo Rojas y antes con Laureano Gómez; es una manera de evadir, no se puede hablar de política, no se puede comentar lo que esta ocurriendo, eso se reduce a noticias sucintas y boletines sociales, la circunstancia histórica hace que los diarios busquen una estrategia, dedicarse a la crónica ya que el poder con ese género no se iba a meter, era visto como un género inofensivo por los militares, quienes revisaban todas las ediciones.

Fue una manera de evadir la censura, lo cual hacia que los editorialistas hicieran columnas divertidas, satíricas e irónicas, así la crónica ocupa ese espacio y los censores no se entrometen ahí.

La prensa actual por su inmediatez ¿Ha hecho a un lado el periodismo narrativo?

M.V.M.: La inmediatez y la rapidez son enemigas de la crónica por eso el hábitat natural del género son las revistas o los espacios de televisión donde se puede desarrollar con más lentitud.

Por la rapidez se pierde la observación de entrada, porque todo se debe hacer con mucha velocidad, identificar personajes, no se puede recrear la escena con muchos detalles, se pierde todo lo que ayuda a recrear el ambiente que es una de las peculiaridades del género, lo que hace que una crónica sea crónica y no noticia es justamente esa recreación de ambiente, de escenas, ponerle un poco de tiempo introduciendo un reloj dentro, la crónica debe tener tiempo y es un tiempo lento no puede haber nada que atropelle esa observación, dicen los sociólogos, la etnografía.

¿Cuál es el mayor problema para hacer crónica literaria en Colombia?

M.V.M.: Si se está en un medio el cual trabaja información todos los días, el problema es el tiempo y la falta de conciencia de los editores, le atribuyo mucha culpa a los editores insensibles al género, a quienes les parece que la crónica tiene mucha literatura, coartando la capacidad creativa de los periodistas, por ejemplo: llega un joven al que el medio le hace un lavado de cerebro quitándole la capacidad creativa y recursiva, los pone a producir igual, con un lenguaje estándar.

Es un peligro que por producir a celeridad les terminen matando el estilo y la crónica es estilo, una crónica debe tener voz propia y un estilo que sobre salga de la medianía gris que tienen las paginas.

¿Falencias de la academia frente al estudio del género?

M.V.M.: En las dos universidades donde he estado. En la de Antioquia mi maestro fue Juan José Hoyos y estuve al lado de muy buenas cronistas como Patricia Nieto y un buen periódico que se llama la “Urbe”, aquí en la Javeriana tenemos muchos medios y posibilidades de que nos publiquen pero en general hay muchas facultades donde creen que la crónica es cualquier cosa o es literatura, enseñan periodismo como si fuera taller literario con todas las licencias; o no les dan los espacios que para mí es la falencia mayor: que no tengan medios impresos o buenos medios digitales, pero bien manejados para que los muchachos escriban la crónica, porque se supone que los periodistas deben ser cronistas, no todos sirven y el problema es creer que todos pueden escribir porque no todos tienen la cualidad, hay algunos que pueden hacer muy buena reportería o ser muy buenos en noticia, pero los cronistas son excepcionales.

La responsabilidad que tienen las facultades es promover los espacios de práctica, para que desarrollen estos géneros y se den cuenta si tienen talento o no.

¿Existe la teoría de la crónica?

M.V.M.: No es mucha, La Fundación Nuevo Periodismo ha hecho varios aportes sobre el tema, los prólogos de los libros de Daniel Samper, también depende de quien dicte las clases, porque los ejemplos son muchos, son inagotables, por ejemplo: en Internet se tiene la posibilidad de ver revistas de afuera, como se hace en México, Argentina, las ediciones sacadas por Gatopardo, sobre lo mejor de la crónica, lo mismo las publicaciones de La Fundación Nuevo Periodismo: “Lo mejor de la crónica en América Latina”, es inagotable ahora más que nunca hay muchos más recursos para entender la crónica.

¿Cuál es la pretensión de la crónica?

M.V.M.: La esencia de la crónica esta en el factor humano, en como explora la condición humana, es un género muy literario; pero no puede dominar solo el cronista no puede convertirse en protagonista, son detestables las crónicas donde el cronista está todo el tiempo robándose el show; a menos que se justifique, por ejemplo: cuando es una odisea llegar a determinado sitio, guardando una voz discreta.

¿Ha encontrado un error frecuente en las crónicas de los empíricos?

M.V.M.: La academia si ha servido para darle mayor rigor a la crónica a partir de la década de 1970 se empieza a sentir el efecto de la universidad, hay unos medios como El Pueblo de Cali, donde Daniel Samper fue jefe de redacción, quienes elaboraban una muy buena crónica.

Los de antes eran los desenfrenos líricos totales, demasiada adjetivación, pero uno debe de leerlos en sus épocas, porque se sabe que responden a ella.

En Estados Unidos no se aceptaría en esa misma época una crónica de esas porque ya Hemingway había hecho muy buenos artículos desde la década de 1920, pero aquí apenas se estaba rompiendo con ese periodismo doctrinario, pesado, dogmático con un lenguaje denso o demasiado lírico-poético, entonces la crónica empieza a liberarse de todas esas ataduras, ha escribir con más libertad, con un lenguaje cotidiano cercano a la gente con su jerga pero como decía José Salgar: “todavía no le habían torcido el cuello al cisne”.

El pecado inconsciente de los cronistas de la época, pues no había academia, ni un editor, entonces ellos inventaban cosas, había mucha ficción, pero esta la verdad en esencia, los grandes maestros contaban la verdad, le ponían un poco de fantasía y adornos, pero no se alejaban de la verdad.
¿Qué opina sobre los nuevos articulistas?

M.V.M.: Ahora son demasiado fríos, no exploran la carga dramática, el factor humano, son muy distantes, uno siente como si no les doliera, a los de antes como que les dolía las historias que narraban, las sentían a fondo, además leían mucho, eran muy cultos, sabían de arte, eran intelectuales pero ese estatus lo perdieron hoy en día, por eso son tan pocos los que escriben porque no es una cuestión generacional.

¿Qué tipos de crónica han ido desapareciendo?

M.V.M.: La judicial, se ha perdido enormemente, yo las leí en el Mundo de Medellín en los años 80’, uno retratos impresionantes, pero ¿qué pasa con todas las amenazas hoy en día? ya que los temas son muy duros, ponerse hacer crónica judicial es colocarse en peligro, se logró hacer hasta cierta época pero ya hay tantas fuerzas oscuras que no lo permiten.

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