sábado, 5 de julio de 2008

RAMÓN JIMENO


EL PERIODISMO Y LA LITERATURA VAN DE LA MANO. RAMÓN JIMENO

Por Diego Leonardo González Rodriguez

¿La crónica rompe la monotonía noticiosa?

Ramón Jimeno.: Si, la crónica rompe con la rutina, porque es una forma de equivalente a lo que hoy hacen los realitys de una manera comercial, es irrumpir en un episodio o en la vida de alguien; en un hecho de una manera más literaria, más narrada, más amable, más humana, que contrasta con la noticia fría, con el análisis, con el ensayo, con la entrevista y en ese sentido rompe con la rutina periodística, la rutina informativa, es un género más profundo, sí la crónica está bien escrita y cumple la doble función de hacer conocer temas que por vía de la crónica son más fáciles de entender y explicar que por cualquier otra vía. Es un rompimiento con la rutina muy positivo.

¿Cuándo se edita una crónica no se pierde parte de la memoria histórica?

R.J.: No, el problema está en que el editor sea realmente editor, porque es un oficio muy especial y requiere unas habilidades que no tiene mucha gente y a veces por falta de ese recurso lo suplantan personas que no están preparadas, pero los grandes escritores en general han tenido grandes editores, el caso más famoso es el de “Ulises” de James Joyce, El Ulises original que le presento a su editor la obra y si no hubiese sido así hoy no lo conocería nadie.

Un mal editor mata una buena crónica, pero a su vez incompleta; una buena crónica pero incompleta puede ser enriquecida por un editor, cuando falta un punto de vista, cuando no está desarrollado un hecho, cuando un pedazo quedo sin terminar, cuando no se sabe por donde empezar la narración, cuando no están aclarados los motivos de las acciones de los personajes; es la visión del lector que le falta al escritor, un buen escritor normalmente no piensa en el lector, sino en si mismo, en como está viendo la historia, el editor está pensando en el lector; entonces un buen editor enriquece la historia y un mal editor la daña.

¿Cuál cree usted que es el enemigo del género?

R.J.: El enemigo de la crónica es la modernidad; va asociada a escasez de tiempo y a un habito que se está desarrollando en la nueva industria del entretenimiento en las nuevas generaciones es el habito de consumir cosas muy rápidas y ligeras, se ha vendido la falsa idea de que la gente en la sociedad moderna no tiene tiempo para leer un periódico, un buen artículo, un buen libro, una buena crónica. Obligado a mirar noticias en quince minutos, eso es una trampa para el ser humano, porque el ser humano necesita comer despacio, la comida rápida es para cundo uno tiene afán pero no todos los días se puede estar comiendo fast food.

También existe el arte basura pero el individuo debería ir a una galería, a un museo, se tiene que conocer a los grandes pintores, hay que leer noticias rápidas pero también hay que leer crónica.

La crónica es enemiga de la industria de los medios masivos de comunicación que necesita cosas muy baratas, rápidas y desechables, una buena crónica requiere, buena investigación, un trabajo de campo extenso, calmado, requiere una persona preparada con muchos conocimientos, habilidades para conocer personas y saber tratarlas e implica habilidades para escribir, entonces una buena crónica se demora un mes, dos meses, seis meses y ¿cuánto vale eso? No hay ningún medio.

Como resultado contratan a un muchacho de dieciocho años para que haga una nota de treinta segundos y eso lo pasan como crónica, ese es el enemigo.

No es la inmediatez, sino la estupidez de los dueños de la industria del periodismo mundial que necesitan una utilidad grande, rápida y con baja inversión.

¿Cuál es el futuro de la crónica?

R.J.: Hay todo tipo de crónicas; visuales y literarias que uno ve en Internet maravillosas, unas mejores que otras, pero el género no desaparece, se está reproduciendo y adaptando a las nuevas tecnologías y eso es una ventaja, para que el filtro que están poniendo los dueños de los medios masivos de comunicación en el mundo se rompa.

El futuro de la crónica es positivo, no es como el de las del siglo pasado, son unas crónicas que corresponden a su momento, crónicas atropelladas en imágenes literarias cuando se trata de textos porque la gente hoy escribe más económicamente, la crónica va más hacia la esencia pero no deja de perder su vigencia.

¿Cómo estructura la crónica?

R.J.: En mi caso pienso más en imágenes que en texto, trato de empezar por las imágenes que más me impactan de la historia, en el caso del “Ocaso de Pambelé” la imagen más dramática es cuando gana el campeonato, puede ser la más dramática: positiva o negativamente.

En general construyo las crónicas muy espontáneamente, hay quienes las estructuran, las preparan lo único que estructuro bien es la investigación, no desarrollo una crónica si no e investigado, si no estoy satisfecho con la investigación y si considero que está incompleta.

De ese modo es una buena investigación y contar las imágenes que reflejan los momentos que permiten desatar la investigación.

¿A la crónica actual se le acabo la reflexión?

R.J.: No es nuevo, eso siempre ha ocurrido, hay grandes cronistas que solo describen situaciones de una manera supremamente hábil y creativa, pero no trasmiten nada distinto a lo que divulga un buen cuenta chistes. Hay otro tipo de crónica en la que hay un punto de vista muy claro del escritor, eso hace más enriquecedora la historia que está contando.

Investigando ¿Qué crónica se le ha hecho irrepetible?

R.J.: Bastantes, una después de la invasión en el 1983 ó 1984 de los estadounidenses a la isla de Granada, mandaron a un grupo de soldados; es lo que se utiliza en ese tipo de invasiones, un grupo de militares muy agresivos, sobre entrenados para un ataque violento y rápido, esos combatientes están muy corto tiempo en el campo de batalla a los tres días los sacan y viene tropa nueva, fresca a hacer un trabajo más “limpio”

Fui a Fort Braken a entrevistar esos soldados y fue una experiencia porque era ver como ellos percibían esa rutina, lo que habían hecho que es totalmente distinto a lo que todo el resto del mundo estaba viendo, ellos se creían los héroes del mundo, los salvadores del mundo frente al comunismo, que habían acabado con los cubanos, que habían rescatado para la libertad una isla, que habían quitado una amenaza nuclear para Estados Unidos, tenían un discurso loco y sobre ese discurso justificaban todas las barbaridades que hicieron, que fue matar gente inocente, como siempre pasa en todas las guerras.

¿La literatura si puede ser incluida en el periodismo?

R.J.: Por supuesto, el periodismo literario puede estar incluido porque finalmente se necesita tener habilidades de un escritor de literatura para narrar bien episodios, por eso muchos escritores, por ejemplo como: García Márquez, empiezan como periodistas y pasan a escritores pero nunca abandonan el periodismo, el periodismo y la literatura van de la mano, son hermanos gemelos.

¿En el periodismo si es valido adornar los hechos con ficción?

R.J.: Siempre y cuando el lector tenga claro que es un artículo de ficción, que es una crónica “ficcionada” como ocurre con la historia y la literatura: en el caso de “Noticias del imperio” de Fernando del Paso; siempre y cuando se advierta que no es realidad, sino que es ficción a partir de una investigación que uno ha hecho, no hay problema porque finalmente uno quiere es leer el punto de vista de un autor, entonces está bien.

Lo que está mal y genera problemas es que la gente se invente las historias y no comunique.

¿Cuál es el mayor problema que tienen hoy día los articulistas?

R.J.: El principal problema no es de ellos sino del medio de comunicación en que trabajan, no es de los periodistas sino de los medios que no los dejan producir, los medios se volvieron una industria que arroja una mercancía que se llama información y la información que ellos necesitan es de muy baja calidad, elemental, de cifras insípidas, deben incluir sexo, escándalo y violencia, eso es lo que necesitan para vender.

¿Qué es ser cronista?

R.J.: Una persona que tiene la habilidad para recoger un hecho o una situación o interpretar un personaje en un momento determinado y plasmarlo en una pieza literaria que sea interesante, atractiva, enriquecedora y legible.

Una persona que tiene la habilidad para percibir las razones de los hechos y de las personas que están detrás de esos hechos y luego de haberlo percibido tienen la capacidad para narrarlo en una forma estructurada, coherente, lógica y agradable de leer.

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