sábado, 5 de julio de 2008

EDUARDO ARIAS


SE REDACTA Y SE EDITA A LAS PATADAS. EDUARDO ARIAS


Por Diego Leonardo González Rodriguez


¿Qué es ser un cronista?

Eduardo Arias.: Muy buena pregunta. Es algo así como saber estar afuera y adentro al mismo tiempo. Saber observar, encontrar detalles mínimos que digan mucho, oler, saber leer entre líneas y, por supuesto, hacer muy buena reportería.

¿Cuál es el mayor problema para escribir en la Prensa actual?

E.A.: Encuentro varios: poco espacio disponible en los medios para este tipo de trabajos, ni hablar en radio y televisión, donde suele primar la noticia escueta. Por suerte revistas como Gatopardo y SoHo, y en cierta medida Número y El malpensante, han abierto nuevos espacios. Por el otro, la creencia de que la gente ya no quiere leer. El otro problema es que se escribe de cualquier manera. Como se trata de informar y de cerrar a tiempo y de tener la chiva, se redacta y se edita a las patadas. Estoy generalizando, obvio, pero es una tendencia que viene de tiempo atrás.

¿Cómo se distingue una buena historia de las demás?

E.A.: Eso se siente al leerla. No se me ocurre una receta, pero tiene que ver con la estructura misma del relato, que fluya, que el texto tenga fuerza, ritmo...

En su concepto ¿El periodismo narrativo es literatura de la realidad?

E.A.: A mí hace rato dejó de preocuparme demasiado esa necesidad de darle estatus literario al periodismo. Creo que son géneros diferentes que a veces se cruzan y se ayudan. La literatura le ofrece herramientas al cronista, al reportero que le pueden servir para enriquecer una historia, de la misma manera que las técnicas de investigación del periodismo pueden enriquecer un cuento o una novela. Yo pienso que un buen cronista debe ser aficionado a la literatura pero no pensar que su oficio es literatura. De hecho, el "afán literario" muchas veces mata historias buenas. Uno lee periodistas que cuando escriben información lo hacen de manera impecable y que cuando les dicen "crónica" caen en la trampa del rebusque. En vez de escribir: "antes del amanecer Ana le dio el desayuno a su hijo Jaime" escriben: "cuando aún no rayaba el alba Jaime ingirió el alimento que le suministró Ana". Cosas de ese estilo se leen a nombre de la literatura. O, peor aún, ejercicios de experimentación narrativa complicados, abstractos, confusos, que no tienen nada que ver con el periodismo ni con la literatura.

¿Cómo contribuye la crónica a la recuperación de la memoria histórica de Colombia?

E.A.: Es fundamental. Cuando las crónicas y los reportajes desaparecen de los medios, sólo quedan noticias escuetas con cifras y datos en frío que muy rápidamente se vuelven paisaje. La crónica le pone rostro, sentidos, sentimientos, fuerza a los hechos.

¿Podríamos afirmar qué no hay ni buenos ni malos temas sino buenos o malos cronistas?

E.A.: Totalmente cierto. Una de las peores perversidades que ha padecido el periodismo es separarlo en temas fuertes y temas light, cuando lo cierto es que se puede hacer (y de hecho se hace) periodismo light de temas fuertes (narcotráfico, política, economía) y periodismo de profundidad sobre temas light (tendencias, moda). De hecho, Tom Wolfe, considerado como uno de los mejores periodistas de todos los tiempos, ha escrito casi siempre sobre temas que se catalogan de light.

¿Con qué criterios se edita una crónica?

E.A.: No es fácil. Además de comprobar datos y detectar que no haya imprecisiones o contradicciones, tal vez el mayor aporte de un editor es que, al no estar involucrado en la escritura sino en la lectura, descubre repeticiones, frases que se pueden escribir más corto. Pienso que su labor debe ser de tutor. Obvio, existen editores que quieren reescribirlo todo, a mí me gusta como editor, en lo posible, tratar de mantener al máximo el texto del autor. Sugerirle, decirle que falta esto o aquello, pero tratar que quede su sello personal, y más si él firma la crónica.

¿Qué se debe hacer para que un cronista no se vuelva protagonista de lo que escribe?

E.A.: Que no escriba sobre sí mismo, hablar de su experiencia sólo cuando esta le aporta algo al relato. Me chocan esas crónicas en las que el reportero se roba el show (sobre todo en televisión).

¿Qué tipo de talentos se exigen en un cronista?

E.A.: Yo creo que contesté esa pregunta en la primera. Faltaría agregar amor por la escritura, por transmitir, por contar historias. Y un talento especial para encontrarlas. Muchas veces esos temas maravillosos andan por ahí escondidos, o el periodismo convencional de información y noticia pasa por encima de ellos. Ayuda mucho tener una formación estructurada que permita hacer asociaciones o comparaciones...

¿Hay temas universales? ¿Cuáles son?

E.A.: Creo que hay uno universal en el cine, la literatura y el periodismo que es el conflicto. Alrededor de un conflicto, sea el que sea, puede nacer una buena crónica. Otro tema universal es conmover. Encontrar una historia que conmueva y lograr transmitir esa sensación.

¿La literatura, es sólo ficción, o si existe la literatura periodística?

E.A.: En mi opinión, como contestaba en la pregunta cuatro, literatura y periodismo a veces se cruzan. Creo que eso que llaman periodismo literario, como por ejemplo “Elegidos para la gloria”, de Tom Wolfe, un gran reportaje en profundidad sobre los primeros años del proyecto espacial de Estados Unidos, es gran literatura basada 100 por 100 en hechos y nombres reales.

¿Cómo aprendió a estructurar sus crónicas?

E.A.: Creo que fue un proceso largo. Aprender a sintetizar, a tratar de escribir lo más corto y conciso posible, a encontrar imágenes que sean reveladoras, detalles mínimos que muestren mucho. Pero creo que me falta mucho por aprender. Es una frase de cajón, pero uno nunca termina de aprender.

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