Luego de 26 días de estar injustamente detenidos por demostrar y denunciar el contrabando ilegal de carne de ballena, un panel de tres jueces en Aomori, Japón, ordenó por fin la liberación bajo fianza de los activistas Junichi Sato y Toru Suzuki.
El gobierno de Japón no pudo contra la presión internacional. No pudo callar a Greenpeace.
Gracias a las firmas los activistas pudieron reencontrarse con sus familias, y continuarán luchando Junto a quienes defienden la causa ambiental . Ellos sólo son culpables de defender con valentía la vida de las ballenas. Los verdaderos culpables aún están libres. Ahora es tiempo de que el gobierno japonés reabra la investigación sobre el tráfico ilegal de carne de ballena para encarcelar a los verdaderos criminales.
Miles de ballenas son asesinadas con supuestos fines científicos año tras año. Greenpeace viene denunciando el negocio que se oculta detrás de esta matanza, al que ahora se suma un escándalo de corrupción que involucra tanto a la industria ballenera como al gobierno japonés.
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