Han pasado cuarenta minutos desde que nos subimos al bus que por demás se encuentra en un estado deplorable, destartalado, y asqueroso, tanto que el conductor no se ha cerciorado del desastre ocasionado por una pasajero victima del mareo y las nauseas, es hora de bajarnos, el clima ha mejorado ostensiblemente, nos encontramos ubicados al norte de la urbe en la carrera séptima con ochenta y dos, muy cerca de la Zona Rosa y de el Barrio Los Rosales, donde habita la gente con mas dinero, estirpe y tradición o bueno, eso era hace ya un tiempo.
El hambre es superior a mi espíritu (aventurero) y antes de abordar el autobús, que indica en su letrero “la Coruña” lugar aledaño al que nos espera, compramos algo para distraer el estomago, pero este no es el único obstáculo, nos hemos topado con una nueva galería “Casa Cuadrada”, que podría servirme para un próximo articulo, la rondamos, la visitamos y hablamos con su dueño o mas bien con la primera persona que nos atendió, obtuvimos una cita para ese día a las siete de la noche. La cual fracasara en unas horas.
Después de desviar nuestro asunto recapacitamos y nos subimos al microbús amarrillo con franjas habanas que remonta por la empinada ladera, luego de cinco minutos de abordarlo comenzamos a observar la buena vista que desde allí ofrecen el mirador de la Calera, conocido tanto por la rumba como por las parejas que en la noche frecuentan el terreno. Mi compañero de viaje, mas conocido como Ale, le ha preguntado a un señor de alrededor de 50 años ¿adonde queda San Luis? Este con una voz muy rural, se ha comprometido ha dejarnos en el sitio, ya que vive allí.
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