jueves, 17 de julio de 2008

Encomiendas macabras


El hijo de Edith María Laza salió un día de su casa y no regresó. A los seis meses ella volvió a saber de él: estaba muerto. La noticia se la dieron los paramilitares de Córdoba con el cadáver y algo de dinero para los gastos pertinentes”.

Lo que le ocurrió a Edith María se convertiría en “una de las tantas encomiendas fúnebres acompañadas de fajos de billetes, que con dolor sorprendieron a muchas familias pobres de esta parte de la Costa Caribe. Esta práctica consistía en la entrega ‘a domicilio’ de los cadáveres de los jóvenes ‘paras’ muertos en combates, los cuales eran enviados a casa de sus padres en ataúdes, de madrugada y de manera clandestina.
FUENTE: Medios para la Paz

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