El transporte público no escasea, sus carreteras son angostas, grises, olorosas a polvo y smock, pero siempre acompañadas en su orilla del verde oscuro de la naturaleza, el panorama de las primeras moradas que observamos, son tradicionales a la imagen de casa de pueblo que vemos a diario, cuando prestamos atención a las noticias de los municipios bombardeados por la guerrilla o las tomas paramilitares. Todas conservan la misma estética, sus colores son llamativos entre el verde manzana corroído por la intemperie, el azul tipo Club Deportivo los Millonarios hasta llegar, al gris amarillento de la obra negra, el lugar casi me hace sentir en un cuento de los hermanos Grim.
Al caminar por la delgada acera y al ver las heces del ganado que ha pasado por aquí recientemente, hace caer en cuenta que desde allí, se observa una gran cadena montañosa, una sobre otra, desde la lejanía se vislumbra un azul grisáceo pasivo, parezco estar contemplando un mar agitado, vorazmente convulsivo. El contorno es apacible, esto también me recuerda que debo caminar mirando al frente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario