jueves, 10 de julio de 2008

Cuerpos en movimiento y en reposo

Thomas Lynch
  • Con el paso del tiempo pase de estar “seco” a estar sobrio. Con el tiempo, el asunto parecía menos haber renunciado a algo y cada vez más haberme ganado algo a partir de nada. Con el tiempo el temor le dio paso a la fe y la ira a una especie de gratitud.
    La mierda, que abunda y no se acaba, seguía ahí, claro, pero ya no me abrumaba. No me ponía a beber por culpa de ella.
  • Allí, tirado sobre el sofá, a las cuatro y media de la mañana, ni dormido ni muerto, en algún lugar indeterminado que no deja ponderar con claridad en cuál de las dos direcciones se mueve.
  • Todos nosotros deberíamos ser firmes con nuestras heridas, fieles a nuestro destino, pacientes con las maquinas del cielo.
  • Nos vamos más o menos como llegamos: sin lastres de doctrina alguna, mudos, milagrosos y naturales.
  • La culpa y la vergüenza son ecuménicas y siempre le han servido tanto al cristiano como al judío practicante.
  • Por qué, en el más sobrecogedor y ampuloso sentido de la palabra, no somos eternos; por qué nos tenemos que morir. Por qué estamos condenados a la orfandad y al desamparo. Por qué dejamos de existir. Por qué no nos deja en paz natura. Por qué no somos inmortales ¿Por qué esta mañana?
  • “Copular, poblar, aspirar, expirar, mera matemática: sumar, multiplicar, restar y una división más o menos complicada… a eso se reduce lo que estamos haciendo aquí, pura matemática”.
  • Y claro, nos aterra también no ver. Por eso registramos los lugares del siniestro y los campos de batalla y las profundidades del océano en busca de nuestros seres queridos. “debemos encontrar nuestros muertos para convertir su ausencia en un hecho real”

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la finalidad es poder decir con exactitud nuestras averiguaciones, manteniendo la sensibilidad de los sucesos.