martes, 23 de septiembre de 2008

CIRCO-BRASIL: Salida social para un mundo al revés


RÍO DE JANEIRO, sep (IPS) - Cabeza para abajo, sobre zancos, haciendo malabares y manteniendo el equilibro, la vida parece a veces la metáfora de un circo. Y lo es para una organización social brasileña que utiliza la magia del picadero para sacar a jóvenes del mundo de las drogas y la violencia.
El circo está ubicado en un terreno abandonado de la alcaldía de Río de Janeiro, conocido como Praca Onze (Plaza Once), rodeado de cerros salpicados de casas sin revoque. La imagen de los barrios marginales y hacinados conocidos en Brasil como "favelas".

Un espacio con cuatro mástiles y 768 metros cuadrados de arena, donde se desarrollan las actividades de la organización no gubernamental "Crecer e viver", crecer y vivir en español.
La agrupación coordinada por Junior Perim se vale de los instrumentos del circo para desarrollar las habilidades físicas de jóvenes de siete a 24 años de edad, pero sobre todo las herramientas "sociales".
Es lo que Perim llama "circo social", es decir "la utilización de la expresión del arte circense como herramienta pedagógica, elemento de educación, de formación personal, de desarrollo humano, de construcción de la creatividad y de la subjetividad de los jóvenes".
La vida no ha sido fácil para Dijefferson da Silva, hoy uno de los mejores trapecistas del circo, y que antes lavaba automóviles en el estacionamiento donde en la actualidad se erige el circo.
Con un sobrepeso que lleva con elegancia, no era aceptado en muchas escuelas de circo. Pero ahora los kilos de más no sólo no obstaculizan sus movimientos sino que le sirven para mantener el equilibrio, para asirse a la barra, para caer con la gracia de la gravedad que le otorga su peso, desde lo alto del trapecio.

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